Por Abril Peña
República Dominicana está mal muy mal, la delincuencia no está comiendo vivos, la inflación se traga nuestros sueldos, este último no importa de cuanto sea nunca, no hay un chele en la calle, la educación no sirve, la salud tampoco, los políticos son todos unos corruptos, el empresariado también, en resumen, este país se fue por la cuneta para no decir lo que se dice en cada conversación que trata el tópico, se J…o
Pero hay detalles que no cuadran, todos los organismos internacionales coinciden en admitir que nuestra economía es fuerte, el que nos sigan prestando y que nuestros bonos en pesos y en dólares se sigan vendiendo como pan caliente dice algo, nos hemos vuelto un pequeño USA, España o Italia recibiendo a inmigrantes que corren despavoridos de sus países en busca de una mejor vida y vienen a buscarla …aquí, el país cuyos nacionales se pasan el día despotricando contra él.
No hay trabajo ni dinero, pero no hay establecimiento ni de pobres ni de ricos que esté vacío en las noches, ya andar por la Lincolm, Churchill, Tiradentes o la Zona Colonial por las noches, es como si fuera hora pico durante el día, somos el país de Latinoamerica que porcentualmente adquiere más vehículos de lujo, no hay avenida que no este llena de torres o finos restaurantes convirtiéndonos en una capital gastronómica, no hay moda que a horas de estar en tiendas aquí, no llegue, las conversaciones entre nuestra muy snobs clase media e incluso entre la baja es «bilingue», las fiestas y bodas a la altura de cualquier aristócrata, las giras de salud de nacionales y extranjeros en busca de bienestar físico bueno y barato, algo dice de nuestros profesionales en el área, la tan vapuleada educación que siempre sale entre los peores en los rankin choca con la realidad de que muchos de nuestros colegios están registrados en organismos internacionales y que nuestras universidades privadas casi todas tienen alianzas para doble titulación con otras en USA y/o Europa lo que no fuese posible con egresados malos. Caminar por las calles de los Angeles en USA llenas de personas sin hogar, mientras que nosotros aún con nuestra pobreza extrema y letrinas y casas de zinc nos escapamos de esa realidad.
¿Somos el paraíso? No. ¿Pero, somos el infierno? Tampoco. Aquellos que les encanta ver el vaso vacío siempre debieran recordarlo de vez en cuando.