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La desigualdad no es destino: cómo romper el ciclo y construir un país para todos

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Después de siete capítulos, el panorama está claro: República Dominicana ha crecido, pero no ha distribuido. Hemos avanzado en cifras macroeconómicas, pero no en justicia social.

Ya hablamos de la concentración de la riqueza, del sistema fiscal que castiga más al que menos tiene, del poder económico que impone su agenda, de las obras públicas que no tocan a los de abajo, del trabajo precario disfrazado de empleo y de cómo esa desigualdad nos afecta a todos, aunque algunos no quieran verlo.

Ahora toca preguntarnos otra cosa: ¿Y qué sí se puede hacer?

¿Hay forma de romper el ciclo? La respuesta es sí, pero no será por inercia, solo será si lo elegimos.

1. Una reforma fiscal con justicia

No puede haber equidad sin un sistema tributario justo.

Eso significa:

Que quienes más ganan aporten más.

Que se revisen exenciones que no devuelven beneficios sociales.

Que se combata la evasión y elusión a gran escala con el mismo rigor que se persigue al colmadero.

No se trata solo de cobrar más: se trata de recaudar mejor, para invertir mejor.

2. Priorizar la inversión social… donde más se necesita

No es lo mismo gastar que invertir, no es lo mismo construir que transformar, si queremos cerrar brechas, hay que dirigir el presupuesto hacia:

Educación pública de calidad, con centros bien mantenidos, conectividad y maestros capacitados.

Salud universal y digna, desde el hospital de tercer nivel hasta el dispensario rural.

Infraestructura local que le cambie la vida a la gente: acueductos, caminos vecinales, drenaje, acceso digital.

No más obras para la foto. Obras para la vida.

3. Empleo digno, productivo y protegido

Ya lo dijimos: no basta con tener empleo.

Hay que tener empleo con derechos, con futuro, con dignidad.

Eso implica:

Apoyar a las MIPYMES con financiamiento, formalización gradual y alivio regulatorio.

Garantizar derechos laborales a los trabajadores por cuenta propia y digitales.

Crear condiciones para que el empleo joven no sea sinónimo de precariedad ni el retiro una condena.

4. Estado con rumbo, no con cuotas

Para que haya políticas públicas sostenibles, se necesita:

Instituciones que funcionen más allá de los ciclos electorales.

Servidores públicos capacitados, no repartidos.

Planificación basada en datos, no en intereses.

Un Estado fuerte no es un Estado grande:

es un Estado que decide con evidencia y ejecuta con propósito.

5. Ciudadanía que no espere, sino que actúe

Nada de esto será posible sin una ciudadanía que entienda que votar cada cuatro años no basta.

Hay que:

Exigir transparencia y rendición de cuentas.

Participar en presupuestos, debates y consultas.

Informarse, formarse y fiscalizar.

Romper la lógica del “yo resuelvo” y recuperar la idea de “nosotros construimos”.

La desigualdad no se rompe solo desde arriba.

Se rompe también desde abajo, cuando la gente deja de aceptar lo inaceptable.

La desigualdad no es un castigo divino, ni un defecto del carácter dominicano. Es el resultado de decisiones y como todo lo que se decide, puede revertirse.

Pero no con discursos vacíos, ni con parches, ni con miedo.

Se revierte con visión, con coraje y con voluntad política. Si queremos otro país, hay que construirlo y construirlo para todos.


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