Reflexiones en el Cambio #52: Reto gobierno a evitar reforma fiscal sea su divorcio con el pueblo

Por pregoadmin

Por: José Francisco Peña Guaba


Reconocemos que la realidad se impone y que los gastos corrientes del Estado, más los pagos por los servicios de la deuda, están diezmando el presupuesto nacional. Simple, los ingresos actuales no son lossuficientes como para sustentar la inversión de capital que necesita el gobierno, para emprender obras necesarias para activar la economía y generar nuevos empleos. La mayor preocupación del Presidente Abinader es que, al paso que vamos, en tres años casi se duplicará la deuda externa porque, o se buscan cómo aumentar la presión tributaria o todo lo que se hará en este país será acudiendo a los organismos multilaterales o al mercado de bonistas a tomar prestado y, con ello, seguir hipotecando la nación y a las futuras generaciones de dominicanos.

Desde hace años se busca un pacto fiscal fruto del consenso entre los actores del sistema, pero todas las variantes analizadas remiten al aumento de los impuestos, de una u otra forma. Los empresarios buscan un adecuado mejoramiento del gasto público para evitar que los impuestos vayan a penalizar su capital o las ganancias excesivas; de igual manera, los sectores populares y las ONG´s tratan de que no se sigan creando o aumentando los impuestos al consumo, porque esos solo los paga el pueblo, sobre todo las clases baja y media.

La autoridad tributaria siempre ha sido muy simplista y, en un facilismo inconsciente, en vez de abocarse a la reducción de las exenciones fiscales empresariales,muchas de los cuales ya cumplieron su función para motivar el desarrollo de un sector o ir a la búsqueda del pago del impuesto sobre la renta, que grava los pingües beneficios de los que más tienen. Desde siempre se ha buscado cubrir los huecos de los ingresos nacionales de tres formas: aumentando el impuesto selectivo al consumo, el impuesto a la transferencia de bienes industrializados y servicios (ITBIS) o aumentado su base imponible, es decir,incluyendo productos anteriormente exentos.

Desde que se habla de reforma fiscal el pueblo sabe que lleva la peor parte, porque la oligarquía utiliza todo su poder e influencia para que el peso de la crisis no la pague ella. Lo primero que suele hacer es lograr que un grupo de técnicos convenza al gobierno de que solo los impuestos al consumo le garantizan los recursos necesarios, desestimulando la búsqueda de otros recursos por vía de los impuestos sobre la renta (a los beneficios), generalmente alegando que se trata de impuestos difíciles de cobrar o ineficaces. De manera que, cada vez que se ha hecho una reforma fiscal, la pagan los pobres ….. y los ricos, bien gracias.

Lo que está pasando ahora mismo en Colombia con la reforma tributaria, que está basada en un aumento del IVA (impuesto al valor agregado, lo mismo que el ITEBIS aquí, y no solo en un incremento del valor a pagar sino incluyendo bienes hasta ahora exentos, tales como bicicletas, computadoras, entre otros).

La indignación que creo esa reforma en Colombia surgió del hecho de que quien iba a pagarla era el pueblo colombiano, ya que el 90% de los ingresos previstos recaían sobre las clases trabajadoras (media y baja), porque los ricos sólo aportarían cerca de un 10% del total a recaudar. Parece que en Colombia, como en República Dominicana, tenemos un mismo sistema político, el de la democracia de los ricos. (Terminando de redactar este artículo el presidente de Colombia, Iván Duque, anunció el retiro de la reforma).

En nuestro caso el Consejo Económico y Social tiene 6 años buscando un pacto fiscal que no solo sea una reforma fiscal, que no se restrinja a una reforma tributaria sino que comprometa al gobierno en una disciplina del gasto público. Lo que pasa es que el gobierno, y el sector privado lo sabe, solo respeta lo que se acuerde en función de los supremos intereses electorales del partido oficial de turno. Es ahí donde radica el problema, precisamente, en la certeza de que no vale la pena aumentar más los impuestos para que el gobierno gaste sin control los ingresos generadospor dicha reforma.

El ITEBIS está en un 18%. Dudo mucho que el gobierno proponga un aumento en el monto de ese impuesto, lo que me hace suponer que se tratará de incluir artículos o servicios que hasta ahora se encuentran exentos. Sé que es inevitable la reforma fiscal, porque el país ha demandado un aumento de gastos sociales para proteger la población en medio de la pandemia y, por ende, ha tenido también que desembolsar recursos extraordinarios para el sector salud, para enfrentar la crisis sanitaria del Covid 19.

Dentro de los servicios exentos de itbis hay varios que son impensables incluir tales como lo servicios de salud, funerarios, pensiones y jubilaciones,el de alquiler de viviendas, agua, basura y electricidad.

Un sector importante de la ciudadanía están nerviosos porque entienden que los ricos no serán perjudicados solo los pobres y se preparan para enfrentar desde ya cualquier pretensión en ese sentido, el gobierno debe socializar el tema con todos para evitar que esta reforma se convierta en el divorcio del gobierno con el pueblo.

Buscar soluciones inicia por darle voz y visualización a los sectores que podrían ser afectados a través de encuentros con las organizaciones de base para que sean escuchados sus pareceres, entiendo que lo correcto es que se penalice a un más los vicios, los juegos, los artículos de lujo, la ganancia excesiva de las sociedades, se disminuyan las exenciones y que las exoneraciones de transporte de ONG´s y legisladores se conviertan en pagos únicos para que el Estado no se vea tan perjudicado como hasta ahora.

El presidente Abinader tiene un gran desafío por delante. Es como lograr buscar los recursos que necesita afectando lo menos posible a la población, sin romper su alianza estratégica con el sector empresarial, ya que no lo debe desestimular en estos momentos, para tratar de volver a conseguir una parte de los miles de empleos perdidos durante la pandemia. No podemos ser insensatos y negar el papel que jugará el empresariado para salir de la crisis, ya que sin una iniciativa privada entusiasta será tarea difícil aminorar los efectos socioeconómicos que, como secuelas, nos dejará a nivel regional el Covid 19.

El presidente deberá crear una comisión de mediadores para que inicien un diálogo sincero, franco y abierto con todos los partidos políticos y con las organizaciones populares y de base, para convencerlos de la necesidad impostergable de la reforma; escuchar opiniones, criterios y propuestas de parte de ellos,creando las condiciones para llevar a cabo un consenso básico realizar la reforma. Vistos los resultados anteriores, en situaciones delicadas puestas en sus manos, entiendo que en dicha comisión no deben faltar los correctos y adecuados mediadores Dr. Eduardo Sanz y el Lic. Margarito de León, que han demostrado,en la práctica, tener la capacidad, paciencia y relaciones para tan magna tarea.

Para el sector empresarial y la sociedad civil el gobierno cuenta con el equipo que dirige el Consejo Económico y Social, que estamos seguros, por sus integrantes, que harán una magnífica labor.

El presidente, lo sabemos, hace una apuesta arriesgada con la reforma fiscal o tributaria, la cual busca estabilizar la economía a partir del año 2022, para que se puedan tener a mano los recursos para los planes y proyectos que tiene el gobierno y así cumplir sus promesas electorales. Al igual, claro está, para obtener los recursos que le permitan realizar las asignaciones necesarias para cubrir la emergencia sanitaria.

Estoy seguro de que, si se escucha sin discriminación alguna a todos los sectores de la vida nacional,haciéndolos compromisarios y participes de la solución, podremos tener una reforma fiscal, la que las delicadas condiciones nos permitan hacer realidad.

Hay que entender que la crisis ha golpeado a todos los sectores, pero no a todos por igual, porque a un rico le puede haber hecho disminuir sus beneficios, a la clase media, poner en riesgo su estabilidad básica, pero a la clase baja le puede estar disminuyendo sustancialmente la comida de su mesa.

En esta ocasión los que más tienen deberán pagar más y a los que tienen menos le debe ser suave la carga, porque el altísimo costo de la vida está acogotando los magros ingresos familiares.

Si hay algo que ha demostrado el Presidente Abinader es mesura, por eso estamos seguro que la reforma tributaria deberá ser producto de un pacto fiscal donde el gobierno dé garantías claras en qué invertirá cada peso de los contribuyentes, aunque políticamente no sea viable en el momento y electoralmente le sea cuesta arriba para el partido de gobierno. Sé que la necesidad es casi obligatoria, porque de no hacerse el gobierno del cambio tendría el fardo de terminar la gestión habiendo duplicado la deuda externa, una pesada carga de la que nadie podrá levantarse, aunque todos sepamos que fuese resultado de esta terrible epidemia que, a escala planetaria, ha puesto el mundo patas arriba.

El gobierno, por la positiva percepción de la pareja presidencial goza de respeto y de reconocimiento, no puede permitir que esa reforma sea su divorcio con los sectores populares, con la ciudadanía misma.

Hasta ahora lo que ha pasado en nuestro país a lo largo de la historia es lo que expresó Jaime Perich (El Perich), un muy reconocido escritor y humorista catalán ido a destiempo: Nuestro sistema fiscal es una maravilla: el que tiene más, paga más, y el que tiene menos también paga más.


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