Reflexiones atrevidas #74: La guerra por el poder no tiene amigos. El equilibrio con que debe actuar la Junta Central Electoral

Por pregoadmin

Por José Francisco Peña Guaba


Desde tiempos inmemoriales, la lucha principal de la raza humana ha sido la disputa por el poder. Vemos, gracias a la magia del cine y de la televisión, al recrear hechos reales en películas o en series, como en el pasado, la lucha de que quien tiene el poder, no tiene miramientos, no respeta nivel de amistad ni de familiaridad, en cuanto a decidir quién vence y se alza con la gloria de la cúspide del poder político. Es por ello que hasta la relación de sangre, la lucha por el poder la vuelve agua.

Sobran las referencias históricas donde hijos le han arrebatado el poder a sus padres; la más frecuente, entre hermanos, entre esposos. Y qué usted le deja, lector, cuando solo está de por medio la frágil relación de una amistad, vivos en mi memoria, decenas de casos que he conocido de primera mano, muchos que todavía lastiman el alma, como el diferendo de dos hermanos en la lucha por la democracia: Jacobo Majluta y mi padre.

Algo más bien sin sentido, porque mi progenitor tenía tanto afecto por el turco (como le decían a Jacobo) que todos entendíamos que el líder del PRD era majlutista, pero en el deseo irrefrenable de los equipos cercanos a ambos por llegar a la mansión de Gazcue los dividió, para solo volverse a reencontrar ambos hermanos, en el año 1995 los dos con cáncer, caminando directo al mundo de lo ignoto, con diferencia de llegada al mismo de pocos años.

No creí poder ver de nuevo algo así, hasta que me tocó en varias ocasiones mediar entre dos grandes amigos, Danilo y Leonel. Vi como crecieron esas malquerencias ante la mirada indiferente del Comité Político de los morados y de supuestos amigos de ambos, que lejos de acercarlos, atizaban la división entre estos, solo con el fin de hacerse simpáticos con el César de turno.

Lo único que sí sé, es que Leonel y no por defenderlo, manejó con mayor racionalidad sus impulsos, porque es poseedor de una inteligencia emocional que lo hace volar como el águila en las alturas, donde no se dejó arrastrar por viejas pasiones, y pese a que le sobraban razones, no le guiaron los resentimientos y se apartó dos veces del camino, apoyando decididamente a Danilo en las elecciones del 2012 y en la reelección del mismo para el año 2016.

Hubo de pasar el fraude o imposición del oficialismo en las primarias de los peledeístas del año 2019 para que el togado de Villa Juana, el tricampeón presidencial Leonel Fernández tomara la decisión de dejarle la cancha morada al presidente en ejercicio Danilo Medina, y a los 65 años de edad, Leonel tomó la más difícil de todas sus decisiones políticas, separarse de su amado PLD, simplemente porque no le dejaron opción sus adversarios, que convertidos ya en sus enemigos quisieron con el uso del poder humillarle.

Esos dos casos retratan de cuerpo entero lo que hace la lucha por el poder entre cercanos, ese frenesí incontrolable por obtener y permanecer en el mismo, que en un efecto narcotizante del Síndrome de Hubris, no respeta valores y se traspasan alegremente rayas con pasos que después son difíciles de echar hacia atrás.

Escuché a papá decir en las últimas gestiones del presidente doctor Joaquin Balaguer, que el mismo era un caballero en La Paz (en los primeros tres años de su gestión), y un General despiadado en la guerra, (en el año electoral ), así mismo se han comportado los que llegan al Olimpo del poder, casi todos los que se sientan en la silla de los alfileres, que se encuentran en la Casona de la Calle doctor Báez.

Por razones del destino y obligado por las cirscuntancias, los partidos que apoyamos a Leonel en los difíciles momentos de las elecciones del 2020, pactamos en lo senatorial y en gran parte en lo municipal con el PRM y su candidato Luis Abinader.

Tuvimos meses de cercano trato por los trabajos propios de la unidad y hasta ahora hemos tenido una actitud de respeto los unos de los otros, algo de entenderse que nos debía llevar a una etapa de coexistencia pacífica, pero el monstruo del poder palaciego despertó y buscando quedarse en él, comenzó a accionar, y su primera declaración de guerra es ponerle piedras a una posible alianza de la oposición, buscando restringir aún más las posibilidades de acuerdo de las candidaturas entre los partidos, que llevó al estimado Pleno de la JCE a un camino agreste, porque se piensa que actúan en favor del oficialismo, en un tema que debe ir en favorabilidad a lo que quiere y le conviene al sistema de partidos.

No bastó que el danilismo gobernante impusiera la cuota restrictiva para alianzas de un 20% en la Ley núm. 33-18 de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos, ahora se quiere aplicar nueva vez que este sea por nivel de elección, desestimando la voluntad del legislador cuando estableció todo lo contrario en el artículo 136 de la reformada y recién promulgada Ley Núm. 20-23, Orgánica del Régimen Electoral, que permite alianzas hasta en la totalidad de las candidaturas de un mismo nivel de elección.

Lo peor es que esto se hace a sabiendas de que en República Dominicana tenemos un sistema multipartidista, donde hay ya 31 partidos políticos reconocidos, y entiendo que se reconocerán unos 3 o 4 más, ¿de verdad que no sé, para qué?, porque si en la práctica se les impide aliarse o coaligarse no tiene efecto el fortalecer con más opciones electorales este democrático sistema político.

Los modernos están decididos a jugar con duro, a hacer valer el peso del gobierno y actuar para hacer inviable una real posibilidad de una gran alianza de las fuerzas opositoras. Comenzaron los popis del cambio a jugar con las mismas armas que sus contrarios de ayer, y no se dan cuenta los actuales inquilinos del Palacio Nacional que están escupiendo hacia arriba y que también les caerá saliva, porque empezaron a parecerse a los que de manera antidemocrática quisieron imponer reglas de participación electoral que les fueran favorables.

Para algunos les extrañará esa acción, a quien esto escribe no, primero porque saben que solo con artimañas pueden tener alguna posibilidad de retener el poder y porque propio del proceder y de la idiosincracia de todos los nacidos en esta media isla, consabida es la frase: “que si quieres conocer a Armandito, dale un carguito”. Esta será una de muchas acciones que veremos realizar de parte de los impolutos hacedores del Gobierno del Cambio.

Confirmaremos semana tras semana, que en la lucha por el poder en nuestro país no hay escrúpulos, no hay reglas, no hay consideración y el solo objetivo de permanecer en el poder lo permite todo, hasta las falsas honestidades, porque por la puerta donde entran los intereses electorales, sale por la ventana la decencia.

Veremos a los honorables de hoy hacer lo mismo o peor que los que estuvieron en el ayer, van a transgredirlo todo, usarán el poder coercitivo y represivo del estado para sus fines, solo lo impedirá la unidad opositora y un pueblo decidido a sacar a quienes la mayoría ciudadana entiende que no nos saben gobernar.

Me apenará ver cómo el trabajo moral y ético del presidente Abinader se lo tirarán por el suelo sus funcionarios, que en interés de mantenerse en sus cargos harán de todo, porque el fin justificará los medios y veremos cómo la rueda de la historia si no actúa con decisión e hidalguía la figura presidencial, pisará su obra que como paradigma de rectitud, y se debiera proteger, porque este será su gran legado, que aunque perdiese ahora, en un futuro, lo pudiese hacer volver, pero que las ansias del poder de sus acólitos no le harían reconocer.

En el mundo de hoy les expreso a mis amigos del perremeismo que el poder tiene límites, lo están viendo ustedes mismos con lo que le está pasando hoy a los principales funcionarios de la anterior gestión de gobierno, válida entonces hoy la frase del afamado escrito libio-venezolano Moises Naim: “En el Siglo XXI, el poder es más fácil de adquirir, más difícil de utilizar y más fácil de perder”.

La guerra electoral empezó, ojalá cada uno de los actores actúe con sano juicio; el oficialismo sabedor de lo que les pasa a todos aquellos que crean que el poder lo puede todo y que piensen que no habrá consecuencias por sus hechos, la oposición que no se debe regodear de su capacidad de crítica y de acciones en las calles para hacerle imposible la gestión al gobierno de turno, no podemos los opositores en franca demagogia, tampoco actuar como si toda la culpa de los errores de la actual situación sea solo de factura local, porque tenemos que tener la prudencia de entender que estamos en medio de una crisis mundial y que en una era post Covid era hasta de esperarse.

Nuestro papel en estos difíciles momentos es guiar al pueblo en paz, enseñándole que el camino para cambiar al cambio lo tenemos todos en nuestras manos, con el voto, ese derecho ciudadano que hará expresar en las urnas próximamente al soberano.

Atizar el fuego de la discordia en medio de preocupantes situaciones económicas no le conviene a la salud de la patria y la JCE como administradora del proceso, tiene que actuar con la prudencia debida, en una actitud de imparcialidad que le permita tomar decisiones sabias, que garanticen el sosiego y la paz pública, para así evitar que los partidos políticos vean a sus miembros interesados en ser favorables a uno u a otros, ni a nosotros los de oposición ni tampoco a los del gobierno. Necesitamos ecisiones justas y democráticas, pero sobre todo de respeto a la ley para que esta no se vuelva letra muerta.

La JCE no debe afectar a la mayoría de los partidos ni al sentido común, que daño le hace a las partes que se puedan coligar con más facilidad; al final eso no debe afectar a nadie “porque lo que es igual no es ventaja”, los del gobierno que usen sus reservas y vayan aliados con quienes quieran e igualmente deben de hacerlo las fuerzas opositoras, ahora el querer restringir que estas sea en un 20% por nivel de elección, desfavorece a la mayoría casi absoluta de los partidos del sistema, a los aliados que tendrá el gobierno, como a los que irían en alianza con el PLD y la Fuerza del Pueblo.

Mis amigos de la honorable JCE saben que mi proceder es institucional, pese a mis fidelidades políticas, como los miembros del Pleno de nuestro organismo administrador del proceso electoral, y que debe velar con imparcialidad el mismo; no son cuadros políticos, tal vez no conozcan las diferencias entre un pedimento y otro, el que hace el gobierno y los demás partidos políticos.

Paso a explicarles:el que tiene el control del Gobierno Central tiene la nómina pública y los contratos oficiales en sus manos, puede hacer acuerdos por otros medios que no son precisamente con candidaturas. Con ese poder de seducción el gobierno puede comprar con los dineros públicos los apoyos sin tener que ceder candidaturas en los acuerdos con sus aliados; para eso está la magia de los nombramientos y de los decretos. Los de la oposición y hasta los partidos independiente no tienen nada que dar, solo participación en las boletas electorales, y una quimérica en algunos casos promesa de inclusión, en un supuesto o posible nuevo gobierno.

Esa es la notable diferencia: el gobierno da y la oposición ofrece. No es justo que compitan con tal desigualdad, y es por eso que el PRM hoy respalda lo que en el ayer criticaba acremente, la restricción para poder hacer las alianzas; solo hay que tener capacidad de miras para entender esta descifrable ecuación, porque el gobierno no quiere que se amplien las alianzas, si es precisamente el que más candidaturas puede ceder a los otros partidos. Simple, porque lo que busca es imposibilitar las alianzas de las organizaciones opositoras, que sin dinero, ni nóminas, ni contratos, solo tiene para acordar las candidaturas y ofertas futuras de participación en un un hipotético gobierno de ganar las elecciones.

En el FOPPPREDOM siempre hemos apoyado lo que es conveniente y justo sin discriminaciones, porque los que saldrán más perjudicados son los aspirantes a candidaturas de los partidos que irían en alianzas, tanto con el gobierno como con la oposición, que no podrán tener el apoyo de una coalición, porque una injusta resolución se lo impediría.

Yo apuesto al juicio sereno del Pleno, que deberá actuar en favor de lo justo, equilibrado y democrático y que se cumpla con el mandato de la nueva Ley Electoral y de la legitimidad de una resolución que le otorgue iguales oportunidades a todos los actores políticos.

Mientras los popis del cambio enseñaron el refajo y no quieren ganar con votos sino utilizando artificios jurídicos, buscan que las reglas de participación electoral les favorezcan y no así la empatía o el apoyo popular. Los amigos del Palacio, los que deben es salir a las calles a sudar la camisa y buscar que el voto ciudadano les refrende su impronta gubernamental; tienen de todo para hacerlo: recursos, nómina, contratos, y si con todo eso a su favor no les basta y tienen que echar mano al manido criterio de que las reglas impondrán su victoria, se van a llevar una sorpresa, porque una oposición consciente y un pueblo angustiado le darán una lección, pese al sortilegio de mágicas y truculentas acciones a realizar.

Creo en el equipo de la JCE, en los que integran el Pleno y en su presidente Román Jáquez, y apuesto a que ellos actuarán con la justeza que les caracteriza al final; ellos no son en estos momentos jueces, sino administradores electorales y su deber es ser solidarios con los partidos, sus militancias, sus aspirantes y la ciudadanía, que al final es la que reconocerá la integridad de sus actuaciones.

Eviten que les pase como al anterior Pleno, al cual el sistema de partidos le debe mucho y que por los resultados obtenidos actuó muy correctamente, pero que dejó que la población pensara que ellos estaban parcializados y que actuaban a favor del gobierno de turno, cosas que habidas cuentas no fue así.

Basados en esa experiencia, les recuerdo a mis estimados amigos de la JCE la palabra del gran Julio César cuando se divorció de su esposa Pompeya: “mi esposa debe estar por encima de toda sospecha. La esposa de César no solo debe ser honesta, sino parecerlo”.


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