Los evangélicos le pisan los talones a los católicos

Por Redacción Pregonero

El pueblo dominicano es un pueblo profundamente cristiano, donde la Iglesia Católica siempre ha tenido un lugar preponderante, pero según sondeo realizados por Latinobarómetro del 1995 al 2017, este apoyo a caído estrepitosamente y por primera vez en años está por debajo del 50%. Hay varias explicaciones: la primera de ellas es el auge de las Iglesias evangélicas, la segunda  es que los continuos escándalos  de pederastas entre sus filas y el posterior ocultamiento, ha hecho mella en la confianza que le tenía la gente y por último y mucho más curioso es la gente que no cree en NINGUNA, que es agnóstica, atea o maneja su espiritualidad de otra manera.

Los evangélicos y denominaciones afines, debieran mirarse en ese espejo, la gente sencillamente está dejando de creer, algunos en Dios y otros en las instituciones afines, así que la caída estrepitosa de la Iglesia católica  no debería de ser una fiesta, porque es un síntoma de una enfermedad.

Las Iglesias cualesquiera de ellas,  cubren ciertas necesidades del ser humano, necesidad de congregación, de guía, de apoyo misionero, de amor al prójimo y de una serie de valores cada vez más necesarios en la época en que vivimos.

La Iglesia Católica ha cometido a través de la historia numerosos errores, mismos que ahora le están pasando factura, pero por lo menos hay a quien reclamarle, porque después de todo son una institución y  como tal tiene personalidad jurídica con las responsabilidades que eso conlleva,  en el caso de la proliferación  de las evangélicas la situación  es distinta ya que surgen sin control  por doquier, pero no responden a nadie más que al pastor que las guia en la mayoría de los casos y eso mismo les ha jugado en contra para competir por derechos, pero también dificulta que se puedan hacer las mismas mediciones de los desmanes de sus miembros que también los hay.

En resumen el mundo religioso debe poner sus barbas en remojo y definir bien sus roles, de si seguirán jugando a la política, en un mundo donde ya Estado e Iglesia están separados, de si seguirán  tapando las vagabunderías de sus representantes o harán lo que se supone que tienen que hacer,  que es guiar a su rebaño, pero hacerlo desde el conocimiento, que la palabra rebaño no signifique que están guiando vacas u ovejas, si no que conducen a un grupo de personas que necesita apoyo y guía,  no a un padre autoritario que se crea único dueño de la verdad.

De no ser así,  la historia está ahí y se sabe lo que pasa cada vez que la gente pierde el norte.

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