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La marcha de la Antigua Orden a Friusa

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Por Elvin Castillo


A mediados de esta semana se difundió a través de las redes sociales la convocatoria para una marcha organizada por la Antigua Orden Dominicana, programada para el 30 de marzo en dirección al Hoyo de Friusa, Bávaro, en la provincia de La Altagracia. Este llamado ha generado reacciones encontradas que se enmarcan en el creciente debate sobre la migración irregular, la seguridad y la soberanía nacional.

Un compromiso de toda la vida

Durante años he defendido la soberanía nacional y la dominicanidad en cada espacio de mi vida. No necesito presentar credenciales para sostener que estoy comprometido con la defensa de nuestra patria. He acompañado en numerosas ocasiones a los amigos de la Antigua Orden en marchas fundamentales, he participado en foros de debate nacionales e internacionales como desde los espacios radiales en los que laboro. En dichos foros he insistido en que la República Dominicana debe ejercer su derecho a controlar la entrada de ciudadanos indocumentados que se encuentren irregularmente en nuestro territorio y soy miembro de otro importante movimiento nacionalista de nombre La Nación en Marcha donde hay importantes figuras de la dominicanidad como Pelegrín Castillo, Secundino Palacios, Felipe Cuello, Susana Gautreau, así como muchos hombres y mujeres preocupados por este país.

Preocupación y polémica en torno a la convocatoria

La convocatoria para marchar hacia Friusa me generó inquietud por dos motivos fundamentales. Por un lado, la posibilidad de incidentes y enfrentamientos en un lugar reconocido por su inestabilidad, y por otro, el riesgo de que se exacerben tensiones ya latentes. Si bien expresé mi opinión de manera contundente, reconozco que al sugerir la prohibición de la marcha no utilicé las palabras correctas. Mi intención era alertar sobre los posibles riesgos y evitar situaciones lamentables, sin pretender menoscabar el derecho del pueblo dominicano a manifestarse. Por ello, externo mis disculpas a quienes se sintieron ofendidos, reafirmando que la protesta es un derecho inalienable en un Estado democrático.

Diferencias históricas y culturales innegables

Nadie puede borrar el hecho histórico que une –y a la vez separa– a nuestros dos países. La independencia que logramos frente a ellos y todas las batallas subsiguientes, las matanzas que marcaron la historia entre nuestros pueblos, evidencian que somos dos naciones con raíces, culturas, religiones y costumbres completamente distintas.

Por mucho que se ejerza presión desde la comunidad internacional, resulta imposible que ambas naciones se fusionen en un solo ente. Este reconocimiento de la diferencia es clave para entender el trasfondo de los debates sobre migración, seguridad y soberanía.

Migración, responsabilidades y el debate en redes

Estoy convencido de que el actual llamado a marchar a Friusa y el cansancio de la gente con este tema es el reflejo de una crisis estructural en la que el Estado Dominicano ha sido cómplice y no acciona en la dirección que el pueblo espera.

El Gobierno: Un problema histórico de todos los gobiernos que se ha agudizado en esta administración de Luis Abinader y se adoptaron agendas con fuerte influencia extranjera, especialmente de los Estados Unidos, que intentaron trasladar la responsabilidad del manejo migratorio a un problema “inmanejable”. La presencia de funcionarios con posturas prohaitianas y ciertas provocaciones han contribuido a generar desconfianza en la ciudadanía.

La Iglesia: La postura de la Iglesia Católica, a menudo en favor de una tolerancia que en nombre de la “humanidad” abraza la migración masiva, ha sido interpretada por sectores críticos como una permisividad que ignora las repercusiones sobre la seguridad y la cohesión social.

El Empresariado: La búsqueda desmedida de ganancias ha fomentado prácticas que vulneran derechos laborales fundamentales, favoreciendo el empleo de mano de obra indocumentada sin las garantías legales correspondientes.

Además, la lamentable situación que atraviesa Haití no es culpa de la República Dominicana. No podemos continuar con el desorden que genera la presencia de embarazadas en nuestros hospitales, niños en nuestras escuelas y una suplantación racial en marcha que se lleva a cabo sin soluciones a la vista.

Es cierto que la mano de obra haitiana juega un rol importante en la economía dominicana, pero esa mano de obra debe regularse, organizarse, censarse y determinar cuántos se necesitan por sector. Documentarlos con permisos temporales de trabajo y hacer que paguen impuestos y seguridad social es un paso imprescindible para poner orden en la situación actual. Ese es un ingrediente fundamental en la solución del problema.

Asimismo, las potencias que han intentado forzar a la República Dominicana a cargar con Haití deben asumir su responsabilidad histórica. Francia, Canadá y Estados Unidos han tenido un rol determinante en la crisis haitiana y, por lo tanto, les corresponde a ellos tomar medidas concretas para solucionarla. No es justo que pretendan desentenderse del problema mientras nos imponen presiones que ignoran nuestra realidad nacional.

Un llamado a la acción y a la reflexión

Si bien sigo preocupado por los posibles incidentes que puedan generarse con la marcha hacia Friusa, reconozco el derecho del pueblo dominicano a actuar ante la inercia y la falta de acción del Estado dominicano con ese tema. La historia nos ha demostrado la capacidad de lucha, entrega y sacrificio en defensa de nuestra soberanía e independencia. Es imperativo que el Estado Dominicano tome medidas concretas y efectivas para abordar estos problemas estructurales, antes de que la frustración acumulada se traduzca en conflictos irreparables.

La convocatoria y el debate que la rodea nos invitan a reflexionar sobre la identidad, la seguridad y el futuro de la nación. Solo a través de acciones decididas y responsables podremos asegurar un porvenir digno para el pueblo dominicano.

Dios, Patria y Libertad


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