Desde la época de Trujillo, tal vez desde antes, se sabe que aquí se espía a la gente, el tema ya es tan público que se bromea sobre quienes practican deleznable oficio.
Con la Jueza Miriam Germán todos nos horrorizamos, nos metimos en la chercha, pero como aquí na’ es na’, pasaron los días y todo quedó como un episodio más del circo que nos tienen acostumbrados y el caso pasó sin pena no gloria.
Ahora las «víctimas» fueron dos miembros del principal poder del Estado, que no es señores, el Ejecutivo, si no el Legislativo, quienes incluso dicen que saben que los están escuchando, porque a eso nos hemos acostumbrado a aceptar lo inaceptable. Más allá de las expresiones de una conversación privada, lo sucedido fue una violación a un derecho constitucional y el que se siempre se haya hecho, no significa que se tenga que seguir aceptando.
Pero, como de costumbre, seguiremos con el can y nadie pagará por el desaguisado.