Mucha gente no entiende la importancia del matrimonio infantil, se escudan en la creencia de adolescentes no son niños, en infantes o adolescentes que saben más de sexo que muchos adultos y dejan de lado que se busca con con la prohibición total de matrimonios oficiales entre menores y adultos.
Lo real es que estamos dejando de lado la ciencia, la sociología y la costumbre. La ciencia establece que por mucho que practique el sexo el cuerpo y el cerebro no tienen madurez ni fisica ni emocional para hacerse cargo de una familia ser (al menos eso se creen algunos) buenos en la cama no te prepara para ser padre y ser responsable, por eso las tasas tan altas de embarazos en adolescentes y muerte materna con todas las taras que esto trae detrás.
La sociología y la costumbre indican que los padres y la sociedad en si misma invitan a las familias a fomentar la búsqueda de un «buen marido» y que muchas veces son las mismas familias que empujan a sus hijas a regalarse y que en muchos casos incluso las venden con la creencia de que están garantizando su futuro. Si existiese una cláusula que permitiera que con el permiso de los padres menores y adultos copulen dejaba un trecho que era utilizado a conveniencia por abusadores y aprovechadores.
Dicho esto, la prohibición del matrimonio infantil es un primer paso en un largo camino a recorrer, debe existir la voluntad política de perseguir el andamiaje burocrático para investigar, dar seguimientos y el deseo de cambiar nuestro destino, con la educación suficiente de cambiar el curso de la historia.
Aún así, por algo se empieza agradecer que el Congreso al menos entendiese que por algún lado hay que empezar. Al Estado le queda el resto.