Venezuela y los ruidos de naves y deuda (¿)
SONDEO Por Luis Encarnación Pimentel
Nadie que se respete y valore la preservación de los principios democráticos en cualquier pías no regido por una dictadura, puede coincidir con Nicolás Maduro y ver con buenos ojos lo que él y las instituciones oficiales a su servicio acaban de hacer con la voluntad que la mayoría de los venezolanos recién expresara en las urnas.
Sencillamente, la fuerza del poder – con botas, armas y uniformes incluidos – se alzo con las elecciones e invirtió los resultados para que el cambio decidido por el pueblo no fuera posible.
Y eso – con todo y el agradecimiento por acoger a Duarte y los aportes en su momento de los expresidentes Carlos Andrés y Hugo Chávez – no podían encontrar el visto bueno del presidente Luis Abinader, del canciller Roberto Álvarez ni del pais , que , junto a otros siete, lo menos que podían pedir era que se presentaran las actas oficiales del evento electoral y que no se reprimiera a la oposición política , como en la práctica ha venido ocurriendo, hasta el punto de empujar al exilio al virtual ganador del proceso, Edmundo González.
Pena que el dictador, disgustado por eso, haya roto las tradicionales buenas relaciones entre su nación y la nuestra. Y el que Maduro y su descabellado ministro de Interior, Justicia y “Paz”, tras la incautación de dos naves venezolanas aquí, se hayan dirigido en términos amenazantes y destemplados hacia el presidente dominicano.
En el trasfondo, un tema de geopolítica mal manejado – con verdades a media- por todas las partes (¿). Maduro y Diosdado saben que las dos naves no las “robaron” aquí, sino que, por acuerdos de Estado a Estado y tras algunas formalidades, las reclamó Estados Unidos. Y si en algún momento entraron allá, como hay versiones, debieron incautarlas ellos y no dejarlas salir. Así la culpa tuviera dueño claro, evitándole al país aparecer como punta de lanza o complaciente con los amigos del Norte. Por demás, se sabia de quien eran las naves, a las que debieron darle mantenimiento en otro lado, no aquí.
Y respecto a la deuda con Venezuela – por continuidad del Estado-, debió aclararse que el retraso obedecía al bloqueo de sus cuentas, no a morosidad dominicana. Por cierto, el presidente Abinader debe salirse del juego plantado por Maduro y sus serviles, porque solo buscan llevarlo a su terreno y desviar la atención de lo fundamental, que es el robo de las elecciones y la descarnada represión desatada contra el pueblo opositor. De otro lado, una salida ruidosa -y costosa, porque le resta fuerza a la versión oficial- fue la de Miguel Mejía, desmintiendo al presidente Abinader Y entrándole a dos manos al canciller Álvarez y al titular de la Refinería de Petróleos, Leonardo Aguilera. Por simple delicadeza y disciplina para con la política oficial, si no estaba de acuerdo, primero Mejia debió renunciar como ministro o, hecha pública su diferencia e irreverencia, ipso facto, el gobernante – pese al viejo afecto con Abinader padre, debió cancelarlo. Por más lujo o “ independencia” que un funcionario quiera darse, el acto marca un precedente que merece cortar de raíz, “so pena”…que se repita.