Por Thany Matos.
Ponerle alas a sus espíritus para llevarlos al plano en donde la conciencia se nivela, en la búsqueda de mantener serena su mente con el firme propósito de ver la serenidad del alma, los llevará a estados de elevación donde sus espíritus podrán nivelar sus emociones, sin llegar a desconectarse de la realidad.
En este estado de serenidad, conciente, podrán alcanzar la sonada paz del espíritu. Ya que al interiorizar el balance de lo de afuera, en ese estado sereno podrán ver, no juzgar las energías que intranquilizan sus espíritus, y así poder irradiar la energía que les permite alcanzar a ver esos estados de desarmonía: LA SERENIDAD.
Es muy erróneo cuando los seres humanos dicen que no lo pueden tener todo. Sí pueden tenerlo todo, la diferencia es que cuando sus espíritus se serenan, ven en realidad que lo que ustedes creían todo se ha vuelto una minúscula parte de su mundo, entonces la desechan porque ya la han obtenido.
La serenidad es uno de los mejores atributos que posee el alma. Aún así el espíritu no se doblega a practicarla, ya que la serenidad es escuchar su propia conciencia. Cuando aplican estas energías en su vida diaria les da el don del discernimiento divino, ya que cuando el espíritu esta sereno puede oír la voz de su conciencia divina.
No para juzgar, porque esta conciencia divina les traerá paz. Ya que esta serenidad aplicada a sus vidas, aporta uno de los más grandes beneficios, el de conocerse usted mismo como conciencia divina. El permanecer en estado sereno no es dejar de efectuar sus actividades.
La serenidad es un estado que el espíritu inculca a la mente para poder oír el mundo interior, no el exterior. Ya que esos estados desarmoniosos vienen por sólo escuchar el exterior de todo los que les pasa y los rodea.
La serenidad no viene de un estado meditativo sino de un estado de aceptación.
Primero: serene su vista, para poder ver mas allá de la materia.
Segundo: serene su cuerpo, para que la vibración de su movimiento no lo lleve donde no quiere ir.
Tercero: serene sus pensamientos, para que no intranquilicen su espíritu.
Cuarto: serene su casa, que es el ambiente donde habita; todos los cambios empiezan con usted.
En la serenidad de ustedes mismos puede encontrar la maravilla de despertar su ojo interno, y esto les puede proporcionar ver en materia los ángeles y esencias divinas que habitan con ustedes.