
Por Bellelyn Castillo
El Pregonero, Santo Domingo. -En una reciente entrevista con el comunicador Orlando Jorge Villegas, la fiscal del Distrito Nacional, Rosalba Ramos, reflexionó sobre un tema clave para el sistema judicial: ¿cómo se mide el éxito de un fiscal? Un interrogante complejo que va más allá de las simples estadísticas de casos ganados, y que plantea un reto para quienes se dedican a administrar justicia en medio de las complejidades del proceso judicial.
Ramos destacó que el éxito de un fiscal no debe verse exclusivamente en la cantidad de casos ganados, sino en la disposición y capacidad de trabajo, aspectos que resultan fundamentales para un desempeño efectivo en su rol.
A pesar de la relevancia de los números, como ella misma señaló, «si tú ganas muchos casos, algo estás haciendo bien», la experiencia del fiscal juega un papel igualmente crucial. En su trayectoria como fiscal litigante.
Ramos se enfrentó a una carga de casos considerable, manejando hasta 100 expedientes de forma individual. «De esos 100, yo tengo 70 que sé que puedo ganar», explicó.
La fiscal compartió que el trabajo de un fiscal implica un proceso de análisis meticuloso, en el cual la estrategia de litigación depende de un conocimiento profundo de las pruebas y de las debilidades del caso.
Sin embargo, también existen aquellos casos donde la incertidumbre es mayor debido a factores como la imparcialidad de los tribunales, lo que deja en manos del fiscal la tarea de minimizar los riesgos de perder casos a través de una planificación adecuada.
“Yo intento perder lo menos posible», confesó Ramos, aludiendo a la estrategia de optimizar su desempeño sin caer en el error de presentar casos que no estén listos para ser ganados.
Para entender el éxito de un fiscal, no solo basta observar los casos ganados, sino también su capacidad para articular una estrategia sólida que responda a las realidades del sistema judicial, como la rapidez en la resolución de casos.
“Aquí nosotros no tenemos 600 presos preventivos», indicó la fiscal, destacando la importancia de abordar los casos con rapidez para evitar que se acumulen los expedientes, un problema común en otras jurisdicciones.
Así, el trabajo de un fiscal implica más que solo resolver casos, sino también gestionar su tiempo y recursos de manera eficaz, algo que requiere un equilibrio entre la presión de los plazos y la calidad de la investigación.
No obstante, y aunque el éxito puede medirse en diferentes dimensiones, como el cumplimiento de los procedimientos legales y la eficiencia en la resolución de casos, Ramos enfatiza que también hay fiscales que se destacan por su habilidad en la investigación y la litigación, cualidades que enriquecen el proceso judicial más allá de las estadísticas.
En definitiva, la respuesta a la pregunta de qué mide el éxito de un fiscal parece ser multifacética. No es un resultado exclusivamente cuantitativo ni se limita a las victorias en el tribunal, sino que también abarca la calidad del trabajo, la estrategia empleada, y el compromiso con un sistema judicial que busca más que solo sentencias: busca justicia.