República Dominicana, es un país especial, nos encanta el drama, de todo nos indignamos o hacemos una fiesta, mientras por debajo el fuego recorre como lava y cuando las cosas explotan, nadie sabía nada y es demasiado tarde para ablandar habichuelas.
Operación Pulpo, Operación Coral, corrupción, corrupción, corrupción … y todos nos horrorizamos, ¡no puede ser! ¡a la hoguera! Mientras, las AFP hacen aprestos por empeorar las pésimas condiciones que reciben los ahorrantes, los empresarios presionan para modificar el Código de Trabajo y reducir los derechos que ya disfrutamos mientras ellos siguen llenándose los bolsillos, las ARS ponen de mojiganga a médicos y pacientes que como el coronel aquel, no tienen quien les escriba, el gobierno quiere meterse en una reforma fiscal sin eficientizar el gasto primero, perseguir la alta de evasores que según expertos es casi la mitad, o perseguir a quienes se roban la luz y que carga el presupuesto nacional puesto que alguien tiene que pagar eso a las EDES, o sea, todos nosotros y la lista de cosas que pasan desarpecibidas y que nos meten por debajo de la mesa es larga, muy larga y que golpea fuertemente la calidad de vida de los dominicanos, pero que nadie presta atención, porque la corrupción sistémica copa los titulares y todos estamos como en la fiesta del mono y los lobistas, en lo suyo, visitando funcionarios y congresistas.
La persecución de la corrupción es importante y Dios sabe que este pueblo necesita ver que los cuellos blancos paguen igual que el resto por sus delitos, pero que la fiesta no nos haga perder de vista, que hay otros temas cursando, que afectan nuestro presente y nuestro futuro, que los políticos son expertos en el pan y el circo y que, el espectáculo por interesante que sea sirve a sus intereses no a los de todo el conglomerado.
Después del palo dao” ni Dios lo quita, prestemos atención antes que sea demasiado tarde.