Reflexiones en Transición #4: El intento de hacer colapsar ilegalmente y por la fuerza el multipartidismo

Por pregoadmin

Por: José Francisco Peña Guaba


Ya es evidente que sectores retrógrados, que visualizan la política como una actividad propia de oligarcas con maestría, pretenden hacer colapsar el multipartidismo, ilegalmente y por la fuerza.

Su declarada intención multiplica los errores de los partidos del sistema, convirtiéndolos en deficiencias que no pueden resolverse sino con su iluminada actuación. En realidad, es un burdo intento por esconder su afán por dominar las posiciones públicas, por restringir aún más el acceso al ejercicio de los poderes del Estado y por monopolizar la actividad política en una o dos organizaciones que a fin de cuentas resulten totalmente iguales… pero con nombres diferentes.

No se niega que el multipartidismo dominicano, en los últimos 60 años (desde la muerte de Trujillo a la fecha), se ha caracterizado por permitir que organizaciones políticas no competitivas sobrevivan elección tras elección sin tener una representación estable en la preferencia popular.

Desde 1997, cuando se instituyó el financiamiento estatal de los partidos, esas organizaciones ineficientes en términos puramente electorales se han presentado al público como si estuvieran dirigidas por afortunados jerarcas que disfrutan el triunfo permanente sólo por adscribirse a una línea política determinada.

Si bien el multipartidismo ofrece particularidades inocultables y aborrecibles, no es cierto que los partidos sobrevivan en un remanso de millones.

Al contrario, sólo algunos partidos del sistema disfrutan de un privilegio no justificado, que les permite dominar a su antojo el 80% del financiamiento público a los partidos.

Y no se justifica simplemente porque nada puede explicar satisfactoriamente que 2 a 4 organizaciones políticas se apropien indebidamente.

En efecto, para citar solamente algunos ejemplos, en 2006 tres partidos dominaron poco más de 474 millones de pesos, de un total de 593 millones de pesos entregados por el Estado a los partidos.  En 2015, 3 partidos utilizaron 644 de 805 millones entregados supuestamente a todos los partidos (Reglamento de distribución del 2 de febrero de 2015); y en 2016 4 partidos usufructuaron de casi 1,300 millones de pesos, de un total entregado de 1,610 millones de pesos (Reglamento de distribución del 27 de enero de 2016).

Sin embargo, después de 1996 y ahora mismo, en 2020 fue precisamente el multipartidismo la fuerza que logró configurar el sistema político convirtiéndolo en un sistema verdaderamente representativo. Es este logro extraordinario el que trata de hacerse pasar por nada, por comunicadores confundidos o, con mayor frecuencia, por el bocinaje interesado en mantener la oligarquía partidaria para encontrar tetas dispuestas a dar mensualmente de donde chupar liderazgos comunicacionales.

Cualquier estudio de la votación de los últimos 20 años dará fácil y rápida cuenta de que los del cero por cientofueron los partidos que hicieron la diferencia para lograr el triunfo electoral. Sin ellos no hubiera ganado ninguna elección el PLD, excepto la de 2016, la primera vez que subió logró franquear la barrera del 50+1…. Logrando 50.22% de votación.

La concentración de la inversión pública en solo dos o tres partidos dejó a más de 20 organizaciones políticas sumidas en una competencia electoral totalmente adversa. Compiten sin recursos públicos, que no dan ni para alquiler de locales.

Ahora mismo, para la elección de 2020, cada voto le cuesta a un partido entre RD$1,000 y RD$2,000 pesos de inversión. Eso significa que para obtener 150 mil votos un partido tendría que invertir 300 millones de pesos… mientras cada candidato a una diputación o a una senaduría gasta entre 15 y 60 millones de pesos en campaña, porque a base de voto preferencial las han convertido en eventos extraordinariamente caros. O sea, a un partido el Estado le entrega menos dinero del que cuesta obtener una sola diputación.

Sin embargo, es fácilmente perceptible que los partidos del cero por ciento entre 2000 y 2020 acumularon del 12 al 19% de la votación, es decir, entre 400 mil y 1 millón de votos aportados. En este mismo momento esos partiduchos pusieron al PRM en la silla presidencial aportándole los votos que necesitó para llegar del 48% que obtuvo, al casi 53% con el que terminó.

En 2016, los partidos que ni siquiera llegan al 1%sentaron al PLD en el solio presidencial y le dieron el dominio congresual y municipal, niveles en los que la primera mayoría del sistema solamente obtuvo 41.79% (congresual) y 35.76% (municipal), porcentajes de votación que no explican de ninguna manera cómo fue posible que el PLD obtuviera el dominio absoluto del Congreso Nacional y los ayuntamientos.

Pero los partidos no mayoritarios encuentran candidatos que no caben en las organizaciones mayoritarias, que no logran ganar eventos internos dominados por las cúpulas… pero son candidatos que ponen a sudar a cualquier señorito y le ganan la plaza en base a popularidad y el compromiso local.

Eso es lo que se trata de evitar.

Los partidos mayoritarios son, en realidad, los que no ganan solos, los que necesitan de otros para presentarse como exitosos y representativos de una voluntad popular cuya mayoría absoluta nunca les ha favorecido.

Ya se sabe que entre ingratos, es inútil reclamar agradecimiento y buena voluntad. Menos aún en la política rastrera que suele practicarse por estos lares.

Lo que sí debe advertirse es que el multipartidismo exige a los oligarcas que invierten en política, aceptar que el poder se logre no con su dinero sino con las alianzas y coaliciones que puedan estructurar los líderes políticos.

Y el acuerdo, la búsqueda del consenso, la negociación sincera, el respeto de los acuerdos son las formas políticas democráticas por antonomasia.

Por el contrario, lo que se ha visto en los últimos años es una “sociedad civil” cuyos representantes no le han hecho un favor a nadie, que para llegar a los puestos públicos se presentan como suizos y cuando están en él se comportan como botarates del dinero público, que gastan favoreciendo sus empresas privadas eso sí; son demócratas de suposición, que nunca han sentado en su mesa a un hijo de machepa (excepto para pagarle algún servicio).

Los señoritos con título y maestría quieren los ministerios, pero no se grajean en callejones ni buscan votos despreciando el Covid, ni ayudan a nadie, solamente quieren apropiarse de los puestos públicos más apetitosospara continuar distribuyendo el gasto público en su solo beneficio.

A fin de cuentas, lo que se impulsa es el cesarismo presidencial. Convertir al presidente de turno en un semidiós sin cuya firma nadie cobra un peso. Mantener semejante orden excluyente y abusivo requiere presentar al multipartidismo como un monstruo… para favorecer un bipartidismo falso en el que los mismos inversionistaspongan sus chelitos a nombre del mismo proyecto con dos colores, dos banderas y dos estructuras que, siendo totalmente iguales, se presentan al elector como supuestas alternativas de poder.

Decenas de representantes fueron ganados por los partidos minoritarios. Ahora mismo, en 2020, decenas de partidos, logrando o no el dichoso 1%, acumulan no menos del 20% de la representación popular municipal.

Para que nadie niegue después que no se lo dijeron, afirmamos aquí que en la República Dominicana no hay democracia real en el bipartidismo. No debe permitirse la materialización del abuso y la masacre de partidos que gestan esfuerzos antidemocráticos combinados con alta dosis de incomprensión sobre un tema técnico electoral, especializado y complejo implícito en el multipartidismo, todo ello para garantizar que dos partidos (PRM y PLD) se venguen de otros tres (PRD, PRSC y FP) porque no los apoyaron o porque necesitan destruirlos para apropiarse de sus estructuras y así poder seguir siendo mayoritarios. Eso es inaceptable.

Hemos defendido el sistema multipartidista porque encontramos en él la forma política idónea de balancear el ejercicio del poder, conocedor de que para mantener el poder necesita utilizar el consenso, el acuerdo, el respeto de los pactos y la institucionalidad partidaria como métodos efectivos. Continuaremos haciéndolo, con todas nuestras fuerzas, sin desmayar en el intento de lograr que el multipartidismo continúe frenando el cesarismo presidencial.


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