Opinión

La salud pública: Componente de la seguridad nacional y la crisis de insalubridad de Haití y sus riegos para RD

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Por Wilfredo Ortiz Báez, vicealmirante ® , Armada de la Republica Dominicana


La visión moderna de la seguridad nacional va más allá del concepto tradicional de la defensa, en cuanto a lo que es la soberanía, el territorio y las fronteras, pues incluyen otros elementos muy importantes en el marco del presente enfoque, como son: la seguridad alimentaria, la ciberseguridad, la demografía, la densidad poblacional, los desastres naturales y antropogénicos, el cambio climático, la salud, el crimen organizado y la migración irregular a gran escala, una situación que enfrenta nuestro país en este último caso, entre otros.

La pandemia del Covid-19 obligó a los estados a direccionar todos sus recursos hacia la prevención, contención y combate de un evento hasta el momento desconocido, de impacto catastrófico desde el punto de vista económico y lo más importante, sobre la salud de la población, creando una marcada presión en los presupuestos nacionales, generando además una fuerte carga emocional alimentada por la incertidumbre y el sufrimiento colectivo que han dejado notables secuelas, tanto mentales como físicas. Las implicaciones y la magnitud de los efectos de este fenómeno potencializaron el componente de la salud pública al nivel más alto de la seguridad nacional, regional y global.

La ocurrencia de este evento sanitario provocó un replanteamiento y el diseño de las políticas de salud pública para incorporarlas como tema de estudio y adecuación recurrente en el marco de las estrategias de seguridad nacional de los estados, pues es probable que puedan surgir en el futuro nuevamente.

La República Dominicana no escapa a la eventualidad antes citada, no solo porque vivimos en un mundo globalizado e interconectado, sino también por nuestra posición geográfica y la condición de compartir un territorio insular limitado con una nación sometida a una grave y dilatada crisis de inestabilidad política, social y económica, al igual que de pobreza extrema, inseguridad alimentaria, medioambiental y de insalubridad, como es la haitiana.

Según los reportes de los organismos internacionales dedicados al presente tema, Haiti atraviesa por un panorama sanitario complejo, con la marcada incidencia de una serie de enfermedades transmisibles, como la tuberculosis (TB), el VIH-Sida y la malaria, entre otras. Con respecto a la tuberculosis, los niveles existentes son de los más altos del Caribe, reportándose, que en el año 2022, se registraron 96 casos por cada 100 mil habitantes. Situación que también ha repercutido en la Rep. Dominicana, pues según las estadísticas oficiales, la TB viene experimentando una disminución en los casos por año en la población nacional, pero un aumento persistente en los casos de inmigrantes haitianos.

Con relación al VIH-Sida en la citada nación, los niveles también son de los más altos en nuestra región, pues para el año 2022 existían más de 150,000 enfermos, lo que corresponde a una aproximación del 50% del total de infectados en el Caribe, que asciende a unos 330,000. Estimándose que unos 30,000 mil haitianos no saben que están infectados de la enfermedad. Los mismos reportes señalan que el VIH-Sida está aumentando en dicho país, lo que representa un riesgo importante para la Rep. Dominicana, si lo relacionamos con el fenómeno migratorio persistente que existe desde el territorio haitiano.
En cuanto a la Malaria, las estadísticas reportan que en Haiti, para el año 2022 se registraron unos 76,675 casos sospechosos y 4,383 casos confirmados, por tal motivo la Organización Mundial de la Salud (OMS), teme que el repunte de esta enfermedad se expanda a “otros territorios”. Con relación a esto último, la misma organización había felicitado a nuestro país por el reporte de solo 336 casos en el año 2023, agregando que esto marcaba una tendencia hacia la erradicación de la enfermedad. Sin embargo, tal proyección quedó comprometida por el surgimiento de dos focos en el sur del país, en Azua y San Juan, respectivamente que según las autoridades de salud, la mayoría de los casos se registraron en “migrantes extranjeros” dedicados a la agricultura.

Este panorama sanitario complicado de Haiti corre el riesgo de agravarse aun más, debido a que no existe sobre el futuro ninguna apreciación que indique una notable mejoría en la situación económica, de pobreza extrema y de insalubridad en la referida nación, no solo por la incapacidad demostrada por su liderazgo nacional para gestionar aceptablemente dicha crisis, sino también por la poca diligencia, compromiso y apoyo de una comunidad internacional que tiene su mirada puesta en otras regiones y asuntos.

Es evidente que los niveles de insalubridad presentes en la población haitiana se convierten cada vez en riesgos importantes a tomar en cuenta por las autoridades de salud de nuestro país, debido a la presencia cada vez más notable de la mano de obra haitiana en todo el territorio nacional dedicados a labores como: la construcción, la agricultura, el sector turístico, y la informalidad, a través de actividades, como la venta de alimentos y bebidas en las calles o dedicados al servicio doméstico. Con el agravante de que estos migrantes extranjeros conviven con la población dominicana en sectores de escasos recursos en las principales ciudades y en los polos turísticos del país donde imperan el hacinamiento y pocas condiciones sanitarias.

Por otro lado, el presupuesto de salud que ya viene empleándose en un porcentaje cada vez mayor para atender el creciente volumen de parturientas haitianas que son atendidas gratuitamente en nuestros hospitales públicos, estaría mas comprometido para atender a la población haitiana migrante que padece niveles importantes de enfermedades transmisibles como las antes mencionadas. Tal situación continuará presionando nuestro presupuesto nacional, tomando en cuenta que una gran parte de los eventos sanitarios que surgen en Haiti encuentran un ambiente de insalubridad favorable para que los mismos adquieran potencialmente una proyección mucho mayor, y como es lógico, producen sus repercusiones sobre nuestro país, siendo la epidemia del cólera que afectó a dicha nación en el año 2013, el ejemplo más ilustrativo.

Es por todo lo anterior, que la migración haitiana irregular y a gran escala junto a los múltiples factores que la acompañan, como lo es la insalubridad en este caso, deben ocupar un lugar preponderante en una eventual agenda de riesgos y amenazas a nuestra Seguridad Nacional. Documento que adquiere un gran valor estratégico para el diseño y ejecución de las políticas y planes de seguridad y desarrollo en nuestro país.


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