La Nación, el Estado y la Patria

Por redacciones

Padre Roberto Martínez de los Santos 

Estos conceptos suelen usarse indistintamente, pero no se debe olvidar que existe un límite muy fino, sobre todo, cuando se habla de patriotismo, nacionalismo y estatismo. Hay una diferencia esencial en la terminología. La nación (nasci, natio) se refiere al lugar de nacimiento de un grupo o una raza. El alma de la nación será la cultura. El Estado se refiere a las normativas jurídicas y legales que disciplinan y organizan a la nación. Patria, viene del filiar Pater, relaciona a una herencia o un legado que se ha recibido de unos padres, que normalmente entregaron sus vidas y en ocasiones, sus posesiones para un objetivo, una patria libre. 

Los individuos que se organizan en un mismo territorio de origen, para juntos luchar por el desarrollo y el bien común (nación) son regidos por unas normativas públicas y legales en pro de una correcta ordenanza y disciplina en la res-pública (Estado). 

La patria, se trata ya de un sentimiento de amor, de pleitesía y devoción. Por esta razón está identificada con unos símbolos que le distinguen y caracterizan. Un escudo, un himno y una bandera, son conocidos como símbolos patrios y en torno a ellos se canta y se toman actitudes cuasi-devocionales.

El sentimiento patriótico cuasi-equipara el sentimiento religioso (religare), en tanto que, en el patriotismo el ser humano se religa con sus modelos históricos y aprecia la herencia legada por ellos. 

En la patria es necesario la continuidad generacional, donde el devenir de la historia garantice, que la tierra de los padres continúe germinando los frutos de los esfuerzos y la sangre derramada por un terruño que nos pertenece. 

En el sentimiento patriótico reina “lo nuestro”, lo cual se compone de luces y sombras. En lo nuestro están las esperanzas y desánimos, los miedos y convicciones, las luchas históricas y los beneficios, las costumbres y tradiciones; en definitiva, el conjunto de los bienes materiales y culturales-espirituales que heredamos de los mayores. Todo este abanico de elementos confluye en un territorio, la tierra nativa. 

Según el historiador Mario Hernández Sánchez-Barba, el patriotismo indica el valor espiritual de más profundo arraigo en la conciencia de los pueblos, siendo así, es el núcleo básico de la conciencia nacional; la nación sería su cristalización sociológica, la comunidad sustentadora del patriotismo cultura nacional.

Las personas de una nación se organizan para juntos forjar un futuro mejor. Se trata de una comunidad de personas que buscan el bien propio y de los demás, incluyendo a los extranjeros que han llegado y previamente han sido incluidos siguiendo unas leyes migratorias y humanitarias a la vez. El bien nacional alcanza a todos sin exclusión. 

Entender la nación siguiendo el concepto de “familia” habrá siempre una apertura al contacto con los demás. En una familia, la gente se pertenece, se identifica, se aman; pero no se cierran al contacto con otras familias. Los jóvenes al casarse, entran en contacto con otro apellido y dicha acción va ampliando el horizonte sin que la familia de origen pierda su identidad propia. 

Entender bien la relación y delimitación de cada concepto es crear el equilibrio y eliminar los malos entendidos. De esta manera, se llama a cuidar lo nacional, a venerar lo patriótico y a respetar las normas que rigen la vida social, para juntos, buscar un futuro mejor. La cultura, como alma de la nación, se mantiene siempre abierta a otras culturas sin que se pierda lo propio. 

Para muchas personas, estos tres términos y su vivencia se hacen más desafiantes en una isla donde, siendo tan pequeño el territorio confluyen dos naciones, dos estados y dos culturas distintas. Sin embargo, lo nacional, lo estatal y lo patriótico se encuentra bien definidos, porque el lugar de origen, el legado de los padres y las leyes que conforman y disciplinan la res-pública, tienen su historia diferente y sus formas de expresiones muy distintas a la vez. 

Es muy bonito cuando en nuestras escuelas y en otros espacios vitales, se crece en el amor a la patria y a la nación, sin que ello signifique odio a lo de fuera. Lo más noble y hermoso es cuando nos encontramos, nos aceptamos y respetamos en lo distinto. He tenido la oportunidad de izar la Bandera Nacional y cantar el Himno Nacional en otro país y en ese momento pude apreciar y vivir un sentimiento patriótico conmovedor y emocionante. Tenía un profesor que decía; leer el poema “Hay un país en el mundo” fuera de la República Dominicana, pone a llorar, aunque uno no quiera. A veces, es a fuera donde aprendemos a cuidar y a amar más lo de dentro.  

Es tiempo de amor a la patria, es tiempo de amor a las personas. 


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