Por Robinson R. Gálvez Lay
Los expertos en materia política, asesores de imagen y coach, llaman bembita emocional a la reacción de alguien por la acción de un tercero en desmedro suyo. En buen dominicano, un pique por lo que le hace el otro.
Es lo que sucede con el ingeniero Hipólito Mejía, en virtud de lo acontece, de manera soterrada a lo interno del Partido Revolucionario Moderno – PRM, respecto al proyecto que de su hija, Carolina Mejía y al que sus seguidores han llamado K28.
Cuando hablo de lo soterrado, me refiero al trabajo o carpintería política que está haciendo una parte del partido, cuyo objetivo es no dar cabida, paso o apoyo a Carolina, hija del Guapo de Gurabo y quien ya ha dicho a su equipo, otrora PPH, que va a las calles.
Sí, es verdad que lo escrito en el párrafo anterior tiene una interpretación que cualquiera le puede dar, sobre todo por el tema tratado y que está en el ambiente, la lucha por el poder de cara al 2028, por demás su partido que tiene más de diez aspirantes a la nominación presidencial.
Todo indica que don Hipólito no quiere que le hagan coca con su proyecto, encabezado por la alcaldesa del Distrito Nacional, y quien aceptó nueva vez la postulación al cargo con la intención y promesa de que recibiría el apoyo para el 2028, compromiso que se hizo buscando persuadirla a su decisión final, porque era quien entonces podía retenerle la plaza al partido.
Hipólito no está del todo conforme con sus compañeros de partido, incluyendo las más altas instancia, al punto que hasta ha dicho a sus tropas que no permitirá que le arrebaten tal aspiraciones, tomando en cuenta los amarres que se hacen para que su pupila no alcance la nominación a lo interno del PRM.
La manzana de la discordia
Para el ex presidente, ha sido muy difícil chocar con una realidad que le ha dado en la cara, y es que siendo la vicepresidenta de la República, doña Raquel Peña, recomendada por su compueblano y con cierta cercanía con el padre de esta, en su pueblo Santiago, tenga ahora que luchar con ella, en defensa de su hija.
Lo más duro en todo esto, es que la bembita emocional o pique de él es y ha sido con el sector de Luís Abinader, ¿y por qué no?, con él mismo, porque a decir de los seguidores de Carolina y su padre, el acuerdo para que ella asumiera la boleta en el Distrito, no se está cumpliendo y dicen incluso que hay quienes no quieren que eso se lleve a cabo.
No es ni fue casual, que luego de la alcaldesa del Distrito Nacional, inaugurar Brilla Navidad, aquí en el Centro Olímpico, la vicepresidenta haga lo propio, días después, en Santiago de los Caballeros, con la alcaldía que dirige Ulises Rodríguez y una representación de la oligarquía santiaguera. La que la apoya.
El encono o enojo de Mejía, no es sólo con una clase política pro Luís Abinader o pro Raquel Peña, es además con un sector empresarial, que ha querido meter sus narices en esta lucha política interna, como ejemplo de ello, el apoyo que un grupo de Santiago manifestó, hace unos días su apoyo a la vice.
No puede sorprenderse nadie, si esto llegue tan lejos, que el propio ex presidente decida él mismo encabezar una boleta, de cara al 2028, por aquello de que a él, a su hija ni a su equipo los van a coger de tontos. Conocen el tono y de quién puede salir dicha expresión?
Dos razones, como muestra de apoyo a todo lo anterior:
Primero: la visita de Hipólito Mejía a la funeraria, a dar pésame al doctor Leonel Fernández, al fallecer una tía, fue una decisión suya para salir, dejarse ver y no sentirse rezagado ni limitado ante lo que amerita la dinamización de su figura en el espectro socio-político nacional.
Y segundo: ya él y su equipo organizaron una agenda, con la intención de salir por todo el país, comenzando por las cuatro provincias del Sur profundo; Barahona, Pedernales, Independencia y Bahoruco, en busca de conquistar y reactivar a quienes directa e indirectamente apoyan la causa Hipólito-Carolina, o K28.
Si a todo esto sumamos la propuesta de un diputado del PRM, dirigida a habilitar a Danilo Medina, con la clara intención de hacerlo extensivo al propio Luis Abinader, no hay dudas de que estaríamos ante un tsunami político-electoral.
