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Habichuelas con dulce: un postre con sabor a historia dominicana

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Por Abril Peña

No es Semana Santa en República Dominicana si no hay habichuelas con dulce. El aroma a canela y clavo de olor, el color oscuro y cremoso, la textura espesa y los sabores dulces que se funden en el paladar forman parte del imaginario colectivo de la Semana Mayor. Pero pocos se detienen a pensar de dónde viene esta costumbre que, aunque nos parece tan nuestra, guarda una historia rica y sorprendente.

¿Un postre único en el mundo?

Las habichuelas con dulce no tienen paralelo exacto en ningún otro país. Es un postre completamente dominicano, cuya receta ha sido transmitida de generación en generación, con pequeñas variaciones familiares que lo hacen aún más entrañable. Aunque no se prepare igual en otras culturas, su origen es una mezcla de influencias africanas, europeas y taínas, una síntesis perfecta de nuestra identidad.

El mestizaje que dio origen al sabor

Los ingredientes de las habichuelas con dulce nos hablan del mestizaje dominicano:

Las habichuelas rojas eran consumidas por los pueblos originarios y también eran conocidas por los africanos. La leche, el azúcar y las especias llegaron con los colonizadores europeos. La batata, el coco y el uso de legumbres como base dulce remiten a aportes afrodescendientes. El acompañamiento con galletas, pan o casabe tiene también influencia colonial.

Lo que comenzó como una mezcla de recursos disponibles en tiempos de Cuaresma, se convirtió en una tradición que con el tiempo adquirió un valor simbólico y emocional, especialmente en los hogares donde compartir era un acto de resistencia y comunidad.

¿Y si el origen fuera francés? El caso de Monsieur Delalande

Una teoría poco difundida pero interesante sugiere que uno de los antecedentes del plato pudo venir de manos extranjeras. Se trata de Monsieur Delalande, un inmigrante francés que vivió en Santo Domingo en el siglo XIX, a quien se le atribuye la preparación de unos curiosos “frijolillos azucarados” que ofrecía como postre.

Estos frijoles dulces no eran exactamente habichuelas con dulce, pero sí podrían haber influido en la creación del plato tal como lo conocemos hoy. Se trataba de una preparación sencilla: frijoles cocidos endulzados con azúcar y aromatizados con especias, muy al estilo de algunos postres europeos que usaban legumbres en cremas o potajes dulces.

La receta fue acogida por criollos urbanos y, con el tiempo, se mezcló con ingredientes locales como la batata, el coco, la leche y las pasas, dando paso a una preparación mestiza, dominicana y simbólicamente muy poderosa.

Aunque no existen registros escritos detallados, la oralidad ha mantenido viva esta hipótesis como parte del imaginario culinario nacional.

¿Por qué en Semana Santa?

La vinculación con la Semana Santa responde tanto a la tradición católica de abstinencia de carne como a la costumbre de preparar platos que puedan ser compartidos con vecinos y familiares. En otros países surgieron las torrijas, las sopas dulces, las rosquillas de anís. En Dominicana, surgieron las habichuelas con dulce: espesas, cremosas y colectivas.

Una receta que habla de quiénes somos

Ninguna receta es igual a otra. Algunas llevan pasas, otras no. Hay quienes la prefieren con coco, leche evaporada o de almendra. Pero todas llevan ese sabor inconfundible que mezcla historia, memoria y afecto.

En un mundo donde las tradiciones corren el riesgo de perderse, las habichuelas con dulce siguen siendo una resistencia cultural y un homenaje a nuestros orígenes.

Y aunque para algunos solo sea “un postre de habichuelas”, para el dominicano es mucho más: es la historia en cucharadas, la cocina como altar y la Semana Santa servida en un tazón.


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