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¿Qué pasó con la familia? El núcleo que sostiene o tambalea una sociedad

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De bastión social a estructura en crisis: divorcios en aumento, hogares fragmentados y la urgencia de redefinir lo esencial sin perder el sentido de comunidad.

Durante generaciones, se nos enseñó que la familia era “el núcleo más pequeño de la sociedad”. Pero hoy, ese núcleo parece fracturado. Las cifras de divorcio, los hogares monoparentales y la pérdida de referentes estables nos obligan a repensar qué entendemos por familia, qué papel juega en la construcción del tejido social y qué consecuencias tiene su debilitamiento, ayer por cierto fue el día mundial de la familia y pasó sin pena ni gloria.

Según datos de la Oficina Nacional de Estadística (ONE), en República Dominicana, por cada 10 matrimonios se producen entre 4 y 6 divorcios, dependiendo del año. Y aunque el número de uniones consensuales (uniones libres) ha crecido, estas tampoco garantizan estabilidad: muchas terminan sin ningún tipo de protección legal ni emocional para las partes, y mucho menos para los hijos.

La familia tradicional —padre, madre, hijos bajo un mismo techo— ya no es la norma. Hoy coexisten múltiples formas familiares: hogares de madres solteras, abuelos criando nietos, padres ausentes, familias reconstituidas tras varios divorcios, y jóvenes criando a sus hermanos porque los adultos han fallado. ¿Es esto evolución, adaptación o degradación?

Más allá de la estructura, lo que preocupa es la desvinculación emocional, la inestabilidad y la soledad creciente dentro de los hogares. En muchos casos, la tecnología, el estrés económico y la precariedad emocional han convertido la convivencia en un campo de batalla, con padres incapaces de ponerse de acuerdo ni siquiera en lo mínimo.

¿Y los niños? Son los más vulnerables. La ausencia de figuras parentales estables, de límites, de afecto y de tiempo compartido, se traduce en adolescentes cada vez más desorientados, con crisis de identidad y problemas de conducta. No es casual que las escuelas estén repletas de conflictos que antes se resolvían en casa.

Esto no es una defensa ciega de la familia tradicional. Las realidades cambian, y hay muchas formas de criar con amor, respeto y compromiso. Pero sí es una advertencia: cuando la familia deja de ser un espacio seguro, de contención y guía, la sociedad entera paga el precio.

Urge rescatar el valor de lo comunitario dentro del hogar. Recuperar el diálogo, el cuidado intergeneracional, la presencia activa y el sentido de pertenencia. Porque si el núcleo se tambalea, no esperemos que el edificio social se mantenga en pie.

@abrilpenaabreu


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