En las redes sociales se regó como la pólvora que el procurador de la República, Jean Alain Rodríguez había sufrido un abucheo en las instalaciones del Colegio Lux Mundi, sin embargo aún luego de que videos mostraran que no fue así, que el colegio negara la especie la fake news, continuaba rodando en grupos tantas veces que ya es una verdad para una población atontada por el exceso de información, descreída (y con razón) por el exceso de censura y la manipulación rastrera y atontada por la falta de páginas para la izquierda y acostumbrada a creer que lo que aparece en Facebook, Twitter, Instagram y Google es verdad, solo porque está publicado obviando el hecho de que no todo lo que se pública es real.
Desde el caso aquel con la Vicepresidente de la República, continuando el abucheo en la UFHEC, o casos privados como del taxista de UBER, o la chica drogada en Las Terrenas o los casos más internacionales de la joven del vídeo de la despedida de soltera que terminó siendo una película porno o los jóvenes quemados vivos en México por un infundio regado en redes sociales, no vamos dando cuenta que las fakes news no solo llegaron para quedarse, sino que el daño que pueden llegar a causar un simple reenviar o compartir es mucho y que una equivocacion en nuestro uso de la libertad de expresión no siempre se podrá subsanar con un lo siento, no sabía, me equivoqué, fulano lo compartió y le creí, pensé que ayudaba o fulano es corrupto y se lo merece.
La calidad del contenido en redes sociales e internet es una responsabilidad global, apuesto que las fakes news existen, porque incautos como todos nosotros la compartimos sin darnos ni siquiera un segundo para evaluar si lo que vamos a compartir es real o puede pasar un mínimo cedazo de investigación.
No hay mentiras triviales o que cree en el mínimo daño, las mismas terminan convirtiéndose en una bola de nieve que bien puede hacer perder o ganar un candidato presidencial como se presume pasó en USA o causar la muerte como la chica del vídeo que terminó suicidándose, hacer perder un empleo como el taxista de UBER o hacer quedar mal a un padre que indignado despotricó solo para descubrir luego en un vídeo en las mismas redes que lo apoyaron a su hija bebiendo hasta perder la conciencia.
Solo queda por saber si usted, querido lector seguirá formando parte del ganado o empezará a comprender lo que lee y discernir si el contenido es real y le está sirviendo al compartir “sin ton ni son” de multiplicado, sabrá Dios a los intereses de quién.