Que el mapa de la pobreza del Ministerio de Economía y Desarrollo muestre que el Gran Santo Domingo es una de las zonas más pobres del país no debería sorprendernos tanto, aunque no estemos de acuerdo con la nueva forma de medición de este ministerio, lo cierto es que el abandono de los campos, lo que logra es que en las grandes urbes se produzca un hacinamiento que deja como resultado precisamente esto; un crecimiento desproporcionado y desorganizado, falta de empleos, viviendas y servicios públicos colapsados, puesto que no fueron pensados para la población que ahora mismo vive en estas ciudades y todo termina precisamente en este resultado: más pobreza.
La tragedia es doble puesto que empobrecen esas urbes y se empobrecen también los pueblos emisores de ciudadanos, que ante la falta de oportunidades de trabajo o empleos con sueldos dignos emigran a las grandes ciudades, empobreciendo más esas comunidades que sin el relevo generacional languidecen o son ocupadas por ciudadanos del vecino país.
El fenómeno no solo es local, sucede por todo el mundo, en España o Italia por poner dos ejemplos están pagándole a la gente para que vayan a repoblar localidades completas, así de grave y viejo es el problema.
Habrá que ver, qué solución le buscará el Estado dominicano, como hará que sea atractivo vivir en zonas rurales y como enfrentará sobrepoblación y pobreza capitalina.