El machismo no conoce de fronteras ni de cultura, los dominicanos y los países del tercer mundo, cuando hablamos de machismo lo achacan al atraso cultural, pero luego de los numerosos escándalos de acoso en todas partes del planeta con etiquetas como #me too (yo también) y #BalanceTonPorc (denuncia a tu puerco) y muchas otras poniendo al descubierto el profundo machismo de un mundo supuestamente democrático y globalizado mostrando un cáncer más profundo.
Esta catarsis deja al descubierto una situación que al menos yo desde mi infinita ignorancia vengo diciendo y que muchas feministas me dicen que no repita: en esta lucha, las mujeres, somos nuestras peores enemigas.
Suerte que no estoy sola Simone de Beauvoir lo dijo y mucho antes de yo nacer: “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”.
Luego del surgimiento de la etiqueta #metoo y de la celebración de los premios Globos de Oro, en Francia un grupo de “intelectuales” y actrices entre las que se encuentra Catherine Deneuve firmaron un manifiesto donde se acusa entre otras cosas de: puritanismo, exageración y de coartar la libertad sexual de hombres y mujeres, a las cabecillas de este movimiento.
Entre las muchas bellezas que dijeron están
“Esta justicia expedita tiene víctimas, hombres a los que como castigo no se les permite ejercer su profesión, son forzados a renunciar y más, cuando lo único que hicieron mal fue tocar una rodilla, intentar robarse un beso o hablar de cosas ‘íntimas’ en una cena de trabajo o enviar mensajes con connotaciones sexuales a una mujer que no correspondía esos sentimientos”, es correcto mandar mensajes sexuales y tocar a una compañera de trabajo que sabes de sobra que no te corresponde y sobre todo cuando esa mujer es tu empleada y sabe que si te delata puede perder su empleo.
“Ley en Suecia que volverá obligatorio que haya consentimiento expreso antes de una actividad sexual”. Parece que está bien tenerlo sin consentimiento.
Claro está en el caso de la actriz, ella también defendió en marzo al director Roman Polanski, quien admitió en 1977 haber tenido sexo con una niña de 13 años y ha sido acusado por otras dos personas de intentar forzarlas a tener sexo cuando eran menores de edad. Pero según ella eso no se cataloga como violación. Hay que ver en su extraño diccionario que palabra define sexo con una menor sin su consentimiento hace 40 años y luego salir huyendo; parece que el victimario tiene más conciencia de sus actos que su defensora, porque hasta los niños de pocos años cuando hacen algo huyen, imaginemos un adulto.
Al cierre de la carta, las signatarias exhortan a las mujeres a no victimizarse y a aceptar los bemoles de las libertades. “Los accidentes que pueden afectar al cuerpo de una mujer no necesariamente afectan con ello su dignidad y no deben, por más difíciles que sean, volverla una víctima perpetua”, escriben. “No somos reducibles a nuestro cuerpo. Nuestra libertad interior es inviolable. Y esta libertad que atesoramos no existe sin riesgos ni responsabilidades”.
Calificar violaciones y acoso como accidentes, y que es el precio que hay que pagar por nuestra libertad es algo que escapa a mi comprensión y tengo desde que lo leí buscando la palabra que pueda describir lo que pensé y lo que sentí: creo que indignación le queda corta pero ante la falta de vocabulario me quedo con eso.
¿Si la culta Francia y la tierra de la libertades USA dan estos tipos de seres humanos que podemos esperar del patio? Antes no entendía cuando mujeres y hombres juzgaban a las cientos de mujeres muertas a manos de exparejas en vez de a sus victimarios, no entendía porque madres siguen educando hij@s en una cultura de machismo, pero si intelectuales de mundo son capaces de pensar que el precio de mi libertad es entregar mi cuerpo porque mi “libertad interior” sigue intacta, tenemos que revisarnos como sociedad más profundamente, pero como sociedad globalizada.
Por Abril Peña