Donde ustedes vieron al líder yo ví a mi papá

Por pregoadmin

Por Abril Peña 

¿Cuándo ustedes ven a sus padres ven al hombre, ven al profesional, al ser humano? Durante años me ha perseguido el fantasma de no haber sabido aprovechar el tiempo. De no hacerle tantas preguntas. De haber sabido que no estaría, hubiese prestado más atención, hubiese preguntado más y hubiese guardado cada recuerdo como si fuera oro.

Donde ustedes ven al líder yo ví a mi papá y como cualquier adolescente en muchas ocasiones solo quería que se callara rápido y me dejara ver TV, jugar, hablar por teléfono o leer mi libro tranquila. 

Una vez tuve el tupé de decirle que él hablaba  mucho,  que si sus discursos fueran más cortos mucha más gente prestaría atención, así como lo leen, yo de fresca me le plante al frente y le dije: …ay papi tú hablas demasiado. Puso la misma cara que cuando le dije: tú estás loco, quien ha visto eso disque hablarle de usted a tu papá,  y tire una carcajadas, tas loco papi… igualito me dice mi hija ahora, pero la mía tiene 4 años,  yo tenía unos 12 en ese entonces, solo atinó a decir esta muchachita no me respeta. Pero es que era desesperante verlo. Horas y horas sentado en una máquina más vieja que él Escribiendo por horas. No podía entender la profunda conexión que la gente tenía con él, como para quedarse extasiados escuchándolos por horas. 

Toda mi vida le he tenido terror a mi mamá (entre ustedes y yo) el también, ella es el terror del llano, papi por otro lado era un hombre dulce y apoyador y cuando tenía que llamarme a la atención solo decía: “Mijita ni hagas esto y luego me daba 100 pesos”. Recordemos que un refresco costaba medio peso y me decía en secreto; “compra dulces y no se lo digas a tu mamá que me mata”.

Una vez cogí una merienda fiada en la cafetería, mami me puso de castigo, él me dijo a escondidas que coja lo que quiera que su papá responde. Yo realmente era buena estudiante, pero era parte de la complicidad que compartimos. 

Una ocasión, me cogió con robarle libros de su biblioteca, era tan amplia que habían libros adecuados para mí, pero él era como un niño con sus libros, creo que Milagros Ortiz Bosch dijo una vez que tenía que llevarse una maleta extra para los libro de papi, pero el punto es que para que dejara sus libros en paz me llevó a la Librería Cuesta, cogí tres cajas de libros y cuando llegué a la casa se puso las manos en la cabeza, pero luego mami me contó el orgullo que sintió cuando en vez de quebrarlo con juguetes, lo hice con libros.

Durante la campaña del 1990 sufrí mucho Bulling o al menos lo intentaron, pero él siempre me decía que había que perdonar, que eso era ignorancia, confieso que aún se me hace difícil. Tiene más corazón del que yo  tendré nunca. 

Era muy apoyador y lo sabía, así que siempre le pedía a él, pero la primera vez que quise salir estando con él, no me atreví, así que hablé con Peggy, ella arregló todo y el hijo de un compañero fue mi niñero esa noche. Cuando llegó papi, bajó a mirarlos con los ojos como dos huevos tibios y dijo que tenía que estar ahí a las 10 de la noche, pero como buenos adolescentes, nos fuimos de parranda, y el vehículo en que andábamos No tenía vidrios, cayó un aguacero y llegamos como a las 12 de la noche,  todos aterrorizados, no sé qué pensábamos Que él iba a hacer. Estaba sentado en la sala leyendo un libro, abrió la puerta, no dijo nada, me acosté y jamás volví a pedir un permiso estando con él. 

Aunque yo no veía o tal vez no me asombraba en el momento con sus logros, no dejaba, a veces de escuchar algunas anécdotas como que cuando vino del interior, se quedó sin ni uno y que dormía en la cama de los camiones, pero que siempre se levantaba antes de que llegaran los chóferes de su pueblo porque ni muerto iba a dejar que lo vieran y yo me moría de la risa imaginándome ese corre corre, porque papi era un hombre sumamente vanidoso, vivía preguntando si se le veía la calva,  todos los días preguntaba lo mismo y yo pensaba; hermano usted está calvo, pero callaba y decía, sí papi, te están saliendo cabellos nuevos. Había que verlo poniéndose su tinte a escondidas y revisando la ropa 500 veces, buscando todos los periquitos del mundo. Él tenía una obsesión con el pelo, una vez me dejó de hablar como 15 días, porque me corté el pelo y decía que su morenota no podía tener el pelo corto, hasta él sol de hoy, odio cortarme hasta las puntas. Caminaba a diario y estaba muy orgulloso de su gran estado físico,  el mismo que le permitía hacer las caminatas, y que le acompañó guiando marchó hombro con hombro con los miles de compañeros que iban con él en cada una de sus marchas, flexionaba el brazo y me decía; tu papá es un toro, un atleta, un luchador, era fanático del boxeo… creo que se quedó con ganas de practicarlo. 

Pero cuando comíamos era el pleito, nunca quería de nada, pero empezaba a pellizcar de mi plato, y yo con este pique, uno guardando el último pedacito y venía él y se lo robaba y había que quedarse callado, porque siempre había alguien. Peleábamos por los helados magnum, le encantaban pero ahí era yo que se lo robaba a él. Peleabamos porque le encantaban los mangos, pero no les gustaba pelarlos y le dije; vago y para que fue eso. 

A él le encantaba cantar, era un cantante frustrado y en sus mejores días lo hacíamos juntos, porque era un hobby que compartíamos y le fascinaban las ranchera das cantabamos: Malagueña y el rey, y entonces puso una parábola y los pleitos eran por la TV, porque solo había una y el poco tiempo que estábamos en la casa quería ver sus deportes y una cosa que lo envició, pero que ni muerto admitía: Se puso a ver una novela y trataba de no perdérsela, era bastante cómico, la colocaba cuando creía que uno no lo estaba viendo se llamaba:te sigo amando. 

Luego llegaron las elecciones de 1994 y las gocé un mundo, ser hija de un líder puede ser divertido a veces y estar en el medio, a mí me encantaba. El día de las elecciones fue muy activo, pero tranquilo, dentro de lo que cabe ya que se sabía que el ganaba, en la tardecita fue renchido de orgullo a decirme: “Mijita, eres hija del presidente”. Salté en la cama de alegría, llamé a mi casa, le dije a todo el mundo,  le di su beso y su abrazo y seguí viendo TV, muy ajena a lo que se avecinaba, horas después, oigo un chancletear que venía por la escalera, sabía que era él,  porque eran unos zapatos vieeeeejos que pisaba por detrás y sonaban así, pero en vez de las pisadas activas de la tarde estas arrastraban los pies entró y se sentó conmigo y trató de explicarme, lo que había sucedido, en verdad ni siquiera recuerdo lo que dijo, solo puedo recordar su expresión corporal de tristeza y cansancio infinito. Se acostó conmigo y durante un rato abrazados seguimos viendo TV y contra mi costumbre, no dije ni media palabra, luego me dijo que recogiera mi ropa que íbamos a salir.

Lo demás fue una vorágine de gente durante días en la casa, cotejando los padrones de la JCE, todos adultos y niños participamos de la revisión,  en las noche de madrugada iba a escondidas y desconectaba los teléfonos para que nos dejaran dormir, siempre lo hacía, no sé cómo no me descubrieron, pero en esa casa la gente entraba y salía como Pedro por su casa, para papi su casa era del Pueblo y te chocabas por todas partes con gente que nunca en tu vida habías visto. 

Una vez le pregunté, porque mandó a la gente a las Iglesias a rezar, le dije que no entendía como teniendo el poder de quedarse, renunció a eso y me dijo que cuando era joven mandó a la gente a las calles, pero que no quería nueva vez ser el responsable de las viudas y viudos y de los huérfanos y de las madres que perderían a sus hijos, que no quería que la historia lo recordara como el hombre que por una apetencia personal mandó al pueblo a la muerte, que si un blanco lo hacía no pasaba nada, pero que si lo hacía él, así es como sería recordado, fue la única vez que me mencionó el tema del  color de su  piel.

Papi enfermó, me dijo lo que realmente tenía por teléfono, puesto que estaba fuera del país, fue a días de mis 15 años, no se hicieron por razones obvias, cada vez que venía al país lo veía más demacrado pero siempre mostraba fortaleza. 

Leía más tiempo, ahora sé que era porque tenía menos energía y aguantaba más dolor del que un ser humano debería soportar, seguíamos peleando por los helados, pero era por pura gula ya que no sé cómo los dueños de Mágnum se enteraron, pero mandaron una nevera entera que siempre estaba llena. A veces se iba a leer a los confines de la finca y me decía, búscame tal libro y luego otro y otro. Y yo discutía, porque era muy lejos y no entendía porque no podía pedirlos todos juntos o porque leía tantos al mismo tiempo o cual era la necesidad de a esa altura estar aprendiendo japonés y ruso; ¿es cómo, no tienes suficiente cosas que hacer? 

 Pero recordaba que  estaba enfermo y se me iba el pique. Aun dentro de la enfermedad todavía había risas, papi dañó como 3 laptop aprendiendo a usarlas, en el 1997 todavía el internet no era lo que hoy, pero ya era una gran herramienta, no dejo de pensar que si estuviese vivo ya estuviera ciego de leer tanto. Era hilarante verlo con sus manotas tratando de manejar el cursor y me cortaba los ojos.

El día que murió, me tocaba estar con él,  la noche antes se suponía que saldría con mis amigos, llevaba meses portándome bien para sacar ese permiso, pero una de mis sobrinas cumplía años y él quería que lo acompañara, yo insistía que después del  cumple podía salir, pero llamó a mi mamá, ella dijo que sí, pero luego me llamó y me dijo que no lo escuchó bien, que porque no lo pensaba y lo pensé y amanecí ese día con él. 

No fue hasta la noche que recibí la llamada y no lo creía, lo vi y no lo creí, lo enterré y sentí como que estaba de viaje, hoy en cada acto del PRD, cada vez que escucho él himno del PRD es que me doy cuenta que no está de viaje. Me doy cuenta del líder inmenso que era y la gran falta que nos hace, rememoro el dolor que sentí la primera vez que escuché: yo los perdono. A veces, peleo con Dios, porque no le permitió cumplir su sueño, aunque fuese por un día, pero sé que en él fondo, él sabe porque lo hizo.


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