Opinión

¿Dónde está lo malo de cada año ir aumentando los beneficiarios del Bono Navidad?

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Por Isis Alvarez

En septiembre de 2020 el gobierno que recién se instalaba quería presentarle al país antes de concluir ese año alguna alternativa innovadora que fuese refrescante y funcional, tomando en cuenta la condición sanitaria que se encontraba el país y de tratarse de los primeros días de una gestión.

No se tenía una idea de cuál sería la estrategia del Gobierno para alcanzar ese objetivo hasta que desde el departamento, más bien dirección de programas y proyectos especiales de la presidencia, en ese momento llamada DIGEPEP, se conceptualizó la iniciativa de cambiar el sistema asistencialista que se manejaba en navidad con las reparticiones de fundas y cajas de comida cruda por tarjetas bancarias.

Los ideólogos de esta iniciativa, tanto Neney Cabrera como titular de aquel departamento de la presidencia y el creativo y asesor de comunicación, Otniel Salcedo, presentaron al país un mecanismo que significara lo mismo pero distinto.

Con criterios de honra, equidad y más comodidad, criterios que se hicieron bajo cuatro objetivos:

En primer lugar priorizar las personas en estado de vulnerabilidad social extrema para recibir el beneficio, en segundo lugar dignificar y acomodar la entrega de productos para la cena de noche buena por medio de una tarjeta de débito.

Tomando en cuenta que para 2020 las fundas y cajas que se repartían en navidad desde los organismos sociales del Estado estaban valoradas entre 800 a 1000 mil pesos con las tarjetas o Bono Navidad se tendría un importe mayor de 1.500 pesos.

Tercero que las personas tuviesen libertad de escoger sus productos (con restricciones incluida) visitando un establecimiento comercial.

Y el último objetivo era de promover la inclusión financiera motivando a las personas a bancarizarse mediante la adquisición de esa tarjeta de débito.

La iniciativa posteriormente presentada en Palacio Nacional a los ejecutivos de Mastercard para República Dominicana y América Latina concibió todo el apoyo de esta organización quienes dieron el aval de emitir un instrumento bancario de pago por medio de Banreservas para que fuese un medio de compras funcional y seguro.

Inclusive, con un diseño tecnológico más innovador como las tarjetas de Chip, sin banda magnética lo que virtualmente imposibilitaba su clonación.

Entendiendo igualmente que realizarían un aporte en su compromiso de responsabilidad social en la región al asumir el costo de los plásticos que en ese momento ascendía a 1.60 dólares, según lo explicó el country manager de Mastercard para República Dominicana, Gabriel Pascual.

Así nacieron las campañas El Bono Navidad, El Bono Regresó por Ti y La Brisita que cumplen cinco años de ser la dinámica del gobierno para desarrollar las estrategias sociales en esta temporada.

¿Cómo se repartían los plásticos?
Según la base de datos del SIUBEN, se categorizaban a las personas y a los hogares en condición de pobreza extrema y otras vulnerabilidades, categorizadas como grupos ICV-1.

Para entonces se habrían emitido 1 millón de plásticos para igual número de personas y los mismos serían distribuidos por el entonces PROSOLI y por ADDES a diferentes instituciones del Estado y a los actores territoriales (ayuntamientos, cámaras de diputados, senado, gobernaciones, iglesias, juntas de vecinos y clubes deportivos).

A pesar de no contar con informes oficiales sobre la satisfacción en el reparto de las tarjetas durante ese 2020, tanto el gobierno y la empresa Mastercard por medio de encuestas internas conoció que la objetividad del reparto fue bien vista y valorada por todos la sociedad y todos los participantes.

Esto motivó a que el año siguiente el gobierno duplicara la inversión y nueva vez la multinacional fuera aliada en la iniciativa denominada, El Bono Regresó por Ti, que supuso una inversión entre fondos y emisión de plásticos para 1 millón 750 mil personas.

Desde este 2021 la idea era seguir sumando a mayor número de beneficiarios aunque no necesariamente estuviesen marcados en el umbral de pobreza extrema.

Por esta razón en 2022, el Bono Navidad alcanzaría a dos millones de personas, abarcando no solo aquellas familias en condiciones de pobreza extrema sino también moderada y general.

Ya para el año siguiente el gobierno aumentó a 2 millones 500 mil beneficiarios, todos estos levantados por el SIUBEN, en los índices de calidad de vida, 1 y 2.

¿por qué se han aumentado a tres millones de beneficiarios si la pobreza ha disminuido?

Cabría formularse esta inquietud con toda lógica cuando la CEPAL afirma que la población dominicana alcanza aproximadamente 11.12 millones de habitantes al 2021 y de esa cantidad 578,240 se encuentran en niveles de pobreza extrema y 2,502,000 en pobreza moderada.

Asimismo, en otros datos que encontramos el ministerio de economía planificación y desarrollo en uno de sus informes de 2023, apunta que tenemos 401,283 personas en pobreza extrema, 2,540,972, pobreza moderada y 2,942,255, pobreza general con los nuevos parámetros de medición de pobreza y bienestar.

A decir, el mismo hogar con sus tres integrantes era considerado pobre porque sus ingresos mensuales no superaban los 18,217 pesos mensuales, ahora los hogares integrados por tres personas cuyos ingresos sean de 3,959 pesos son considerados pobres.

No se trata como afirman informes de este ministerio que las personas no han disminuido sus niveles de ingresos, ni han recibido menos beneficios asistencialistas si no que cambió la metodología de cálculo según sus patrones de consumo.

Razón que responde a la inquietud más arriba, no se trata de impactar solo a los rangos poblacionales de absoluta vulnerabilidad sino también aquellos en otro tipo de vulnerabilidad o demanda social, como el caso de personas no ocupadas en la formalidad o ya pensionadas.

Estos dos últimos se incluyen este año sacados mediante la base de datos de la Tesorería de la Seguridad Social sobre aquellos individuos que alguna vez devengaron un salario formal y estuvieron cotizando.

El Bono evoluciona
Los grupos objetivos de esta iniciativa han aumentado respecto de 2020 porque su idea original era poder beneficiar a cada vez más personas según demandas.

Esa ha sido la evolución de este plan, llegar a más personas y más hogares sin que esto signifique en modo alguno que el sistema es un fraude o que se estén haciendo las cosas mal o a la loca.

El sentido común nos dice que una experiencia de cinco años no es para cometer errores por desconocimiento o corrupción necesariamente. Si una primera vez fue exitosa la quinta no tiene por qué ser un fracaso.

De hecho, el sistema y el diseño de esta iniciativa, permite, si así se quisiera manejar cifras secretas en las emisiones de los plásticos que serían casi improbable de notarse. Así que la corrupción no estaría ni en la escogencia de los beneficiarios ni en el listado mostrado hace unos días.

Miremos el Bono en el futuro

Pensando en el futuro hemos ido a la génesis de la creación de este plan o proyecto, así como su evolución con el tiempo para razonar por qué debemos cuidar tan bonita y esforzada dinámica social.

No se trata de un juego aunque se vea bonito, cómodo y fácil es dinero, es gasto público, es imagen internacional y es propósito.

Por esto, errores como no anunciar previo al lanzamiento del bono este año que algunas personas aunque podrían encontrarse en el listado de la TSS si alguna vez cotizaron no significaba que podrían ser elegibles para activar la tarjeta.

O, en su defecto admitir un error de tecnología, pero evitar a toda costa que los ciudadanos perciban algún tipo de fraude o falta de transparencia.

Debemos proteger nuestros proyectos, este no nació de manos extranjeras, ni de organismos costosos ni de agencias publicitarias poderosas sino que nació de manos dominicanas, de las entrañas de un equipo de jóvenes que desde una institución gubernamental impulsaron un sueño poco probable.

Primero, por la inexperiencia del Estado en ese momento y segundo porque no se disponían de recursos económicos para movilizar una campaña nacional de alto impacto que requeriría de muchos equipos técnicos y humanos.

Aún así se hizo lo mejor y cinco años después el país cuenta con una inversión social instrumentalizada en un plástico bancario que es modelo para otras naciones y que cuenta con el respaldo de una empresa financiera internacional.

Cuidemos esto, cuidemos los escándalos, cuidemos la inversión pública pues es dinero de todos y cuidemos, inclusive que aunque se puedan beneficiar a cada vez más dominicanos y con mayor importe sean estrictamente a los que verdaderamente lo necesiten.


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