Uno pensaría que las autoridades aprenderían de sus errores y que luego de la muerte de la joven empleada del 911 a manos de su ex pareja a la salida de la fiscalía, de la muerte del alcalde Juan de los Santos, nadie volvería entrar armado ni con un palillo a una Institución Pública.
Tristemente una y otra vez alguien tiene que pagar el costo de la ineficiencia y de la inobservancia de las reglas de seguridad más elementales por parte de las autoridades supuestas a velar por la seguridad de los ciudadanos.
No hay que recordarle, los jóvenes que penetraron al despacho del Procurador General, del avión de Percival por la Casa del Gobierno, o la avioneta que aterrizan en los aeropuertos cargada de drogas.
¿Cómo es posible que una persona haya sido agredida por su ex pareja frente a la misma fiscal? ¿Cómo es posible que ese caballero entrara con un cuchillo a dirimir un pleito por manutención? ¿Cómo es posible que no fuese detenido a tiempo?
Todas estas preguntas se quedan sin respuestas, los culpables seguirán cobrando sus sueldos muy tranquilos y seguirá el discurso y el brilleteo antes las cámaras de la fiscalía seguirán también, dando excusas absurdas ante su incapacidad de cumplir eficientemente con su trabajo.
Mientras tanto, Tania Herminia Noesi de 33 años paga lo platos rotos y se debate entre la vida y la muerte.
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