Entre Judas y Pilatos

Por pregoadmin

Por: Dignora Hernández


Los mismos que ayer ocuparon cargos de dirección estratégica  bajo  el actual régimen, junto a otros que anteriormente le adversaban pero que actualmente  les eximen de sus responsabilidades en la crisis,  resolvieron tener su  propio sanedrín con la pretensión de dictar los códigos maestros de la política venezolana.

Calificados como disidentes los primeros y autodefinidos como tolerantes e incluyentes los segundos (aunque en sus prácticas disten mucho de serlo),  se amalgaman en un conciliábulo que contraría su propia nomenclatura,  pues ni  disienten de sus orígenes y  prácticas socialistoides los unos  y mucho menos incluyen en la toma de decisiones  a quienes piensen distinto a ellos los otros.  Al parecer los puntos de encuentro para esta libre unión les ha permitido coordinar una estrategia de acción de esas que llaman ganar-ganar,  que si bien no es reconocida públicamente,  si resulta  evidente en cada uno de los mensajes que emite su principal vocería,  así como en  sus apariciones públicas con tarima compartida.

Tal parece que esta es la nueva y verdadera unidad. No obstante su  estrategia resulta aun muy difícil de empaquetar, pues la misma no goza del visto bueno de las bases populares de los sectores que aparentemente abandonan los primeros,   así como  de las que  se aleja progresivamente el segundo, lo que seria sumamente grave, pues serian ellos los apoyos necesarios para un eventual nuevo gobierno que por supuesto deberá estar bajo su conducción y para el cual se asoman unas prematuras “elecciones”. Como traidores son calificados quienes  desertan “por ahora” de la revolución,  y como colaboradores quienes le tienden la cama para recibirlos.

No obstante, no será la primera vez que esto suceda, pues de traiciones y de encuentros convenidos está llena la historia, en esta ocasión y a propósito de los días santos, resulta oportuno recordar al más famoso traidor de la historia, a saber Judas Iscariote y es que  así  es como son calificados por los suyos, los disidentes del chavismo; como “ traidores a la patria”, sin embargo, no podemos obviar que este es ademas célebre por haber sido  el discípulo  de Jesucristo, uno de los hombres más grandes de todos los tiempos,  al que la humanidad  recuerda por su bondad y desprendimiento,  nada comparable, por cierto, con el hombre a quienes estos personajes que describo,  sirvieron.  Si contrario a las pretensiones señalas, en un acto de reflexión sincera estos personajes  llegasen con vocación democrática de servicio y reconstrucción del país que ayudaron a destruir  y no de conducción política, no cabe  la menor duda de serian vistos de diferente manera. 

Asimismo y en sintonía con lo anterior se me ocurre que Pilatos podría ser el personaje que en parte representara a los segundos actores, pues aun cuando este tenía el deber de advertir sobre el orden en la provincia y velar por su correcta administración judicial y económica,  lo  que podría equipararse  a una especie de contraloría, prefirió pasar a la historia colaborando, tal vez, por omisión con lamuerte de Jesús  sin procurar al menos su protección.

Así pues los unos  y  los otros pasaran a  la historia por haber sido quienes al no contener o evitar la ejecución de su propio pueblo mientras estuvieron en el  poder,  y  al pretender descargarse de la responsabilidad que tenían de procurar  hasta  alcanzar su  protección, irónicamente, decidieron unirse no para reparar sus omisiones, sino  por otra causa,  y esta no es otra que la de garantizarse un espacio de poder aunque esto le significara cohabitar  con sus verdugos.

Entre estos personajes de ayer y de hoy se halla un bravo pueblo que desataca por su lucha, por su fuerza y por su resiliencia en la búsqueda de la libertad,  para el que,  gestos como el beso de la traición  y  el de el lavado de  manos como señal de indiferencia le recuerdan a los más viles intereses de la política cuando no están orientados en la ética.

No sabemos cuanto de verdad y cuanto de mito tenga la historia, pero si estamos convencidos de que la grandeza de un pueblo se escribe con ciudadanía, con academia, con ciencia y  con  libre desarrollo y para ello se requiere de  políticos serios, formados  y  honestos, por lo que nunca se podrá reconstruir mientras se tenga que elegir solo entre Judas y Pilatos.


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