Por Ramon A. Rodriguez Veras
General ®️ de la Policía Nacional, graduado en Seguridad Pública y Alto Mando policial en la Academia de Ciencias Policiales de Carabineros de Chile, Ciencias Políticas y Gestión Pública en el Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile y es Licenciado en Administración de Empresas
El tránsito en Santo Domingo se caracteriza por altos niveles de congestión, imprudencia y violencia vial. Dentro de este panorama, el uso indebido de bocinas de ferrocarril en autobuses y camiones se ha convertido en un factor que no solo infringe la normativa, sino que también contribuye a la intensificación de la agresividad en las calles de la capital dominicana.
La normativa vigente: Ley 63-17
La Ley 63-17 de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial prohíbe explícitamente el uso de pitos, sirenas y bocinas no autorizadas en vehículos de motor. El artículo 228 establece sanciones de uno (1) a tres (3) salarios mínimos y la retención de los dispositivos en caso de incumplimiento.
Asimismo, el artículo 227 limita el uso de la bocina únicamente a situaciones que busquen prevenir un accidente. En consecuencia, la instalación de bocinas de ferrocarril en autobuses y camiones constituye una infracción directa a la legislación nacional.
Diferencia técnica entre bocinas de camión y ferrocarril
Las bocinas para vehículos de carretera, como camiones y autobuses, están reguladas para emitir sonidos en un rango de 93 a 118 dB(A), suficiente para advertir en el tránsito urbano sin poner en riesgo la salud auditiva. En contraste, las bocinas de ferrocarril alcanzan entre 125 y 140 dB(A), diseñadas para ser escuchadas a kilómetros de distancia en entornos abiertos. Esta diferencia técnica explica por qué su uso en áreas densamente pobladas, como Santo Domingo, resulta inadecuado y nocivo.
Consecuencias de la exposición a 150 dB
Exponer a una persona a un sonido de 150 dB puede provocar daño auditivo inmediato, incluyendo ruptura del tímpano y pérdida de audición irreversible. Además, genera dolor físico, desorientación, mareo y ansiedad, condiciones que en un entorno urbano pueden desembocar en maniobras peligrosas, discusiones violentas y accidentes de tránsito. Por lo tanto, más que un instrumento de seguridad, estas bocinas se convierten en un factor de riesgo.
Conexión con la violencia vial en Santo Domingo
Santo Domingo registra el mayor número absoluto de muertes por accidentes de tránsito en República Dominicana. La violencia vial no solo se manifiesta en cifras de siniestralidad, sino también en la forma en que los conductores interactúan en las calles. El uso de bocinas de ferrocarril es percibido como una herramienta de intimidación sonora, que alimenta la agresividad entre choferes, provoca conflictos verbales y físicos, y refuerza una cultura de imposición en lugar de respeto a las normas.
Conclusión
El uso de bocinas de ferrocarril en Santo Domingo va más allá de una simple infracción a la Ley 63-17: constituye una práctica que intensifica la violencia vial en una ciudad ya marcada por altos índices de siniestralidad. Además de provocar contaminación acústica y daños a la salud, estas bocinas se convierten en símbolos de poder y agresividad que deterioran aún más la convivencia en el tránsito urbano. Para reducir la violencia vial en la capital, es imprescindible reforzar los controles, aplicar las sanciones establecidas y promover una cultura de movilidad respetuosa y segura.






