Dios nunca nos abandona

Por pregoadmin

Por Euri Cabral 


Nuestros padres terrenales hacen todo por nosotros aquí en la tierra, nos protejen, nos cuidan, nos aman, nunca un padre terrenal dejará que su hijo sufra o le suceda algo sin él entregar todo los que sea necesario para proteger a ese hijo. Si eso es nuesto padre terrenal, aún mucho más lo hará nuestro Padre Celestial. Dios nos ama profunda e intensamente. El nos cuida y nos proteje por encima de todo y contra todo.

En muchas ocasiones somos nosotros lo que nos alejamos de Dios y luego queremos pedirle a él cuentas porque nos abandonó y nos pasaron cosas díficiles. Dios nunca se aparta de nosotros, somos nosotros los que nos alejamos de él cuando nos abruman los problemas o la situaciones que no sabemos manejar. Estamos afanados de manera permanente por lo que vamos a comer, a beber o a vestir. Ese afán cotidiano nos aparta de Dios.

En el evangelio de Mateo capítulo 6 del 31 al 33 Jesús dice con claridad lo siguiente: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”.

Y así es, si buscamos a Dios por sobre todas las cosas y siempre lo tenemos en nuestros corazones, todas las cosas de estas tierra, todo lo que necesitamos para vivir, todo será añadido. Dios es lo fundamental, todo lo demás es secundario y será añadido. Cuando atravesamos momentos difíciles (una enfermedad, un proyecto que no se da, la pérdida de un ser querido, un grave problema económico, una desilusión amorosa o el covid) pensamos que Dios nos ha abandonado, que no nos ama, que nos ha olvidado y asumimos sentimientos de angustia, tristeza y hasta rebeldía, llegando incluso en casos extremos a renegar de la existencia de Dios.

Es necesario que entiendas que precisamente en aquellos momentos de

mayor tribulación y desesperación, Dios está contigo. El salmo 46, versículos 1 y 2, nos dice que “Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar.” Nuestro Padre Celestial nunca nos abandona. Si Él cuida de las aves, la tierra y los peces, como no ha de cuidar de nosotros, de ti y de mí, que somo sus hijos queridos. No dejes que el dolor o la tribulación momentánea te alejen de Dios, porque nuestro Dios es amor y siempre está contigo para cuidarte y protegerte. Nunca, nunca, nunca, te alejes de él, de su amor, de su gracia y su misericordia.


Autor es Economista y Comunicador.


Relacionadas