Nos pasamos varios años cacareando sobre la ley de partidos políticos, sobre la necesidad de tener un marco legal que garantizara la participación democrática y pusiese coto a las cúpulas…por un instante pareció que con la promulgación de la Ley de Partidos Políticos aún con sus bemoles habíamos conseguido un avance.
Pero no cabe duda de que quién hace la ley, hace la trampa, todo parece indicar que la mayoría de las organizaciones, si no todas, se reservarán prácticamente la mayoría de las candidaturas, o sea, las diputaciones, senadurías y las alcaldías, suman casi el tan cacareado 20% de las mismas, por lo que se estaría eligiendo en octubre serían los cargos menores: regidores, vocales y directores de distrito. Lo cómico es que los que meterán a la candela, son aquellos que menos pueden (dinero), mientras que los cargos más apetecidos jugarán ajedrez con ellos.
Una vez más la cúpula de los partidos se saldrán con la suya y jugaran “tin marin de dos pingüe” con sus dirigentes. ¿Y la democracia, para cuando?
