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La semana pasada el país se horrorizó ante un crimen macabro e inimaginable. El asesinato de tres niños, su madre y su perrito y la posterior violación de los cadáveres de dos de las criaturas.
Desde que el país perdiera su inocencia con el caso Llenas hemos visto como la violencia ha ido en escalada, y como un crimen es peor que el anterior cada vez.
Sí, perdimos la inocencia, pero hemos ido perdiendo la capacidad de asombro, la ingenuidad y el respeto a la vida. La carencia de valores se ha entronado en nuestra sociedad y no todo es culpa del gobierno de turno, todos en nuestros hogares construimos hombres y mujeres disfuncionales, corruptos, seres egoístas que no ven más allá de sus propias necesidades.
Estos monstruos no amanecieron un día así, mostraron señales y comportamiento como niños que aupamos tal vez por ignorancia pero la mayoría de las veces es porque es más fácil dejar hacer que imponer la disciplina. Tal vez eso pueda cambar en las generaciones venideras si hacemos un esfuerzo por educar mejor.
Pero mientras el hacha va y viene hagamonos responsables por nuestras propias vidas, seamos prudentes al dejar a alguien participar en ella, leamos las pequeñas señales que todo [email protected] violent@ deja como migas de pan pongamoselas difícil a los delincuentes siendo más cuidadosos en cada acto de nuestra vida. Denunciemos si somos víctimas y denunciemos si somos observadores en vez de coger un celular para grabar, tomemoslo para llamar al 911. Seamos vigilantes de ser necesarios en lo que nuestra sociedad recupera La humanidad que ha perdido.